Jornada de emociones fuertes. Es la grandeza de la
Copa: el carácter definitorio de sus rondas eliminatorias, casi siempre abiertas a las sorpresas. El despido puede llegar por el valor doble de los goles -ventaja que obtuvo el
Betis en la ida (1-1) ante el
Espanyol-; por la factura que pasan las rotaciones a las que se apuntó en
Nervión el
Barça (2-0), que destapó en su once una declaración de intenciones:
Valverde este año quiere
Liga y
Champions; o, simplemente, por ese pequeño margen mágico que siempre deja el fútbol a lo inaudito. Doble acto para los equipos sevillanos. Se sube a las tablas primero el
Betis, que debe eludir la presión añadida que supone la designación del Villamarín como sede de la final de
Copa y olvidar la pérdida de autoestima que supuso la derrota en
Liga en San Mamés.
Setién, ya sin
Sanabria -el autor del gol en Barcelona- y obligado a poner a
Francis en el carril zurdo -
Tello está lesionado y Junior no al 100%-, reclama que los árbitros corten el juego duro con tarjetas para que el Betis pueda mantener su idea de sacar el balón jugado y que descuenten el tiempo realmente perdido. El
Athletic bordeó el límite del reglamento y es probable que utilice 'piernas duras' un
Espanyol en el que
Rubi se está jugando el cargo -perdió 2-4 ante el Madrid-. El todavía técnico perico no va a vender a precio de saldo un pase con el que pretende comprar más tiempo, crédito ante los dirigentes y motivación extra para su plantel.
El buen resultado de la ida del
Sevilla no le garantiza el pase después de que
Messi haya tocado a rebato públicamente. El mejor futbolista del mundo enarbola la bandera de la remontada, pide el apoyo de los aficionados culés, lo mejor de sus compañeros y el equipo, y anula con sus palabras la desgana mostrada por
Piqué tras el partido de ida: "Si no podemos pasar, otro año será", comentó el central en el Pizjuán.
Machín ni se plantea el estímulo añadido que supondría ganar la Copa en el
Benito Villamarín. Se centra en la cita del
Nou Camp, en marcar un gol con un planteamiento valiente que evite la prórroga y que obligue al
Barça a hacer 4 tantos; y en cómo mejorar el rendimiento de su equipo fuera de casa, un mal endémico en los últimos años de difícil explicación en una entidad acostumbrada a jugar y ganar finales.
Tumbar al 'Rey de Copas' -ha ganado las cuatro últimas- no va a ser tarea sencilla.
Valverde recuperará a buena parte de sus mejores futbolistas y, aunque el sábado tiene otro duro enfrentamiento liguero ante el
Valencia, el
Barça no puede dejar de competir en la
Copa sabiendo, sin ir más lejos, que el
Madrid tiene pie y medio en seminales.