Opinión

La vía beligerante Tebas-Rubiales sigue abierta

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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La vía beligerante Tebas-Rubiales sigue abierta
- Joaquín Adorna
Javier Tebas y Luis Rubiales van camino de protagonizar la mayor historia de desencuentros del fútbol español. La vía beligerante lleva tiempo abierta y por ella vuelve a fluir el capítulo de los horarios. Tebas lanza un nuevo órdago: "La temporada próxima habrá partidos los viernes y los lunes, y si la Federación se sigue negando y no manda árbitros, iremos a los tribunales".

Asumido queda que los horarios los ponen las televisiones, las mismas que pagan la mayor parte de los presupuestos de los clubes. Y asumido queda que el negocio carece de la más mínima sensibilidad hacia los aficionados, que dudan si sacarse o renovar sus abonos sabiendo que habrá horarios en los que estarán más cómodos sentados en el sofá de casa.

Aunque el perjuicio debería repartirse a partes iguales, al final los poderosos obtienen mayores beneficios y los clubes que no están en competición europea, como este año el Betis, ya saben que tienen la mayor parte de las papeletas para jugar los lunes y los viernes. En los partidos de casa, el reparto debe ser equitativo -no más de dos por equipo-, pero a domicilio ya se sabe que LaLiga aprovecha los éxitos en audiencias del conjunto bético.

A Tebas y a Rubiales les pasa como a buena parte de los políticos españoles: ellos van por una parte y las necesidades de los ciudadanos, por otra. Ellos viven enredados en sus propios intereses, económicos en el mayor de los casos, mientras los aficionados aguardan a que acuerden qué formatos tendrán la Copa del Rey y la Supercopa de España, o qué horarios habrá en la campaña 2019/2020.

La guerra personal ha llegado, incluso, a los tribunales. Tebas denunció a Rubiales por coacción. El primero asegura, y Rubiales lo niega, que éste le amenazó con filtrar informaciones graves sobre su persona en la reunión en la que negociaban el convenio de colaboración entre la LFP y la RFEF, el verdadero foco de todos los males.

El Consejo Superior de Deportes ha intentado mediar, pero en la guerra de la negociación del convenio hay muchas batallas: los horarios (Tebas quiere los lunes, Rubiales, no); los formatos de Copa y Supercopa (Rubiales lo quiere revolucionar, Tebas no); un partido de la LaLiga en el extranjero (Tebas quiere, Rubiales no); o la explotación comercial del balón. Con menos ambición y un mayor sentido del servicio público, tal vez se haría posible un acuerdo entre quienes están, por el bien del fútbol español, condenados a entenderse.
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