Frente al fútbol aburrido con
Berizzo tratando de elaborar por dentro,
Gaizka Garitano ha simplificado la partitura y ha devuelto al equipo a sus orígenes: se sigue mandando desde el comienzo pero lo prioritario es el orden. La presión es más selectiva, el equipo se mueve más juntito. La plantilla tiene una base estable habituada al juego de siempre y la primera virtud del deriotarra ha sido recuperar al
Athletic de toda la vida.
Ante el lento ritmo de circulación y posesiones tan largas como estériles del
'Toto', los leones vuelven a rugir con intensidad y a cuidar esos pequeños detalles tan importantes: los duelos individuales, los balones divididos, segundas jugadas, las acciones a balón parado... Velocidad y verticalidad por las bandas y muchos centros laterales buscando superioridad y el dos contra uno (extremo y lateral que desdobla).
Capa y
De Marcos dan profundidad. Así que
Beñat o
San José y
Dani García en medio están para surtir a esas orillas. O mandar balones al área, donde los delanteros hacen su trabajo.
No podrá contar
Garitano con
Aduriz ni
Raúl García, aunque con el recién regresado
Ibai Gómez,
Córdoba y
Williams, y con pasadores como
Muniain o el extbético puede atacar los espacios a la espalda de las defensas rivales.
Sin balón, la primera consigna es la presión alta tras pérdida. Si no funciona, repliegue, marcaje zonal, líneas juntas y disciplina en las ayudas. Así, el
Athletic ha resucitado.