¡Menudo regalo de Reyes! Un
derbi. Ahí es nada. Un espectáculo que divide en dos colores a toda a una ciudad. Un sentimiento de rivalidad latente a cada instante que se intensifica a medida que se acerca el gran día, al mismo tiempo que se multiplican la ilusión y los nervios por igual.
Cuando todos, sevillistas y béticos, hayan disfrutado ya de sus presentes en una jornada tan especial, mirarán con fruición a lo que acontece en el
Sánchez-Pizjuán, buscando la guinda. Noventa minutos de tensión y pasión. Pero tras el vistoso y colorista envoltorio, no todos encontrarán el regalo deseado. Unos se llevarán las sonrisas, la felicidad plena de sentir que su equipo reina ese día en
Sevilla. Otros, el carbón, el mal trago de verse superados por quienes menos desean. No hay vencedores morales, salvo en los empates, que siempre disparan los debates. Porque los derbis no se juegan, se ganan.
Con esa intención saltarán ambos equipos al césped. El
Sevilla, con la vitola de favorito que le atribuyen su actual estatus y sus aspiraciones, algo a lo que debe responder; el
Betis, menos obligado pero sí con la necesidad perentoria de romper una nefasta racha de ocho duelos cainitas consecutivos sin vencer, siete de ellos con derrotas.
El beticismo no le pide, le exige a su equipo que dé la cara. Y en
Heliópolis esperan que esta vez sí haya
derbi. Es lo que aventuró meses atrás un experto en estas lides como
Serra Ferrer. Y aunque los resultados no acaban de acompañar al atrevido estilo de
Setién, que tiene a su equipo decimocuarto al fin y al cabo, los verdiblancos pueden encontrar motivos para pensar que la sentencia del balear pueda ser cierta, aunque la tabla dicta que son ocho los puntos de diferencia entre ambos.
Tan innegable es que el
Betis sólo ha ganado uno de sus ocho últimos partidos en
Liga (5 puntos de 24 posibles), como que el nivel de la plantilla, aún con lagunas importantes, se ha elevado considerablemente con respecto a campañas anteriores, percibiéndose con ello una positiva evolución. Todo lo contrario que en
Nervión, donde el pobre juego de un
Sevilla sostenido durante meses por los resultados desembocó en la destitución de
Berizzo cuando 2017 expiraba.
El nuevo año, por tanto, arranca lleno de incógnitas para un conjunto blanquirrojo que sí cuenta con el factor anímico que conlleva todo cambio de técnico. Con eso, y con futbolistas de la calidad de
Banega, Nolito, Navas o Ben Yedder, que no es poco, y
Nzonzi, recuperado para la causa por suerte para los suyos por
Montella. Al italiano 'sólo' le queda que esos jugadores, por debajo de su nivel hasta ahora, empiecen a rendir como de ellos se espera. Si lo consigue, hoy estará mucho más cerca de estrenarse a lo grande ante su afición.
Se le presupone más intensidad y mejor actitud. Pero en lo futbolístico, el conjunto nervionense, al que su gente también le exige que siga dominando en los derbis, está aún por hacer, más allá de las pinceladas demostradas en
Cádiz: posesión más vertical y velocidad tras robo. Todo lo contrario que un
Betis muy definido, que defiende a capa y espada el atrevido estilo de
Setién, con una apuesta decidida por el control del balón que en más ocasiones de las deseadas desemboca en riesgos defensivos que cuestan goles (muchos).
Solucionar ese déficit será, sin duda, uno de los grandes retos hoy de un
Setién que no podrá estar en la banda por sanción, como su segundo, por lo que serán sus preparadores físicos (uno de ellos el ex sevillista
Marcos Álvarez) quienes den las oportunas indicaciones desde un banquillo en el que estará
Rubén Castro. Vuelve el mayor goleador bético de la historia. Aunque tras su paso
China, lo hará en principio como suplente.
El once verdiblanco, a priori, no presenta dudas. Con
Adán bajo palos, la línea de cuatro atrás se recita de memoria, más si cabe tras la sanción de
Amat, y en el centro del campo, el cántabro podrá contar por fin con todo su arsenal, lo que dejará a
Camarasa en el banquillo.
Con
Javi García como escoba, Guardado y Fabián serán los encargados de generar fútbol para que
Joaquín, el elemento más en forma, y
Tello percutan por los costados y entre todos conecten con
Sergio León.
Enfrente, la alineación sevillista sí presenta más dudas. No en la portería, donde
Montella no suele rotar y ha elegido a
Sergio Rico. El meta volvió a ser titular en el ensayo de ayer, en el que
Corchia mantuvo su puesto en el lateral derecho, aunque no habría que descartar del todo a
Mercado, y Ben Yedder entró por Muriel. Y es que, aunque conozca mejor al colombiano,
Montella, como todos, saben que es el francés el que marca los goles en
Nervión. Pero la gran incógnita estaría en el sustituto del sancionado
Pizarro, ausencia que Montella planea solucionar retrasando la posición de
Banega para dar entrada a
Franco Vázquez por delante, en detrimento del alemán
Geis.
Con esos mimbres, ambos equipos querrán hacer de
Rey Mago. El
Sevilla, con el poderío de un fortín donde lleva más de un año sin perder. El
Betis, con la motivación de cambiar las tornas. Pero sólo uno regalará felicidad. La suerte está echada.