Luuk
de Jong,
Chicharito, Munir y
Dabbur. Una delantera de 49 millones de euros, según el valor de Transfermarkt, de las más valiosas de LaLiga. Entre todos suman cuatro goles. Todo ello con 16 partidos, casi una vuelta, disputados.
El primero ha jugado 952 minutos en el presente campeonato liguero; el segundo, 415; 314 el hispano-marroquí; y Dabbur, los 12 de
El Sadar. Entre todos, 1.693. Si tenemos en cuenta que los 16 partidos sumarían un total de 1.440, significaría que sólo 253 minutos el
Sevilla habría estado con dos puntas sobre el campo. Y si a eso añadimos que en
Pamplona, Chicharito y Munir jugaron los noventa minutos -180 en total- y junto a ellos estuvo Dabbur en el tramo final, las cifras bajan aún más.
Tal vez no tenga nada que ver, pero a lo mejor tampoco es casualidad que el tercer clasificado de
LaLiga tenga a nueve equipos en la categoría que marcan más goles que él. Y que su delantera sea la menos prolífica del campeonato.
Viendo los números de este equipo, poco o nada se le puede achacar al rendimento que Lopetegui está sacando a la plantilla, que tiene peleando por el liderato en LaLiga e invicta en Europa, pero ese equilibrio y ese dominio que logra en los partidos con tanto centrocampista y tanto jugador de segunda fila no se está traduciendo en goles. Y eso, con cuatro meses ya transcurridos, sí empieza a representar un problema.
Ayer, las circunstancias hicieron que, por unos minutos, tres de estas piezas coincidieran sobre el campo y no sólo se vio que no se estorbaban sino que jugadores como
Chicharito y
Dabbur, teóricos competidores por el puesto, se entendían a las mil maravillas. Y que
Munir tiene gol, ya sea el rival el
Dudelange o uno de LaLiga.
Mientras los números le den la razón
Lopetegui hará bien en seguir apostando por lo que funciona, pero cuando toque sufrir para sacar adelante los puntos, como ya ha ocurrido varias veces esta temporada (Leganés, Levante, Valladolid...), a lo mejor debería dejar de obcecarse en su idea original y mirar más a esos más de 30 millones que siempre se quedan en el banquillo o, incluso, en su casa.