Este
Betis aprieta, somete y zarandea a su rival, pero no le ahoga porque le sigue faltando mordiente para que su clara superioridad se refleje en el marcador y para no tener que depender de que el portero le salve; pues a pesar de controlar el choque, Joel evitó el 1-0 con tres paradones.
En su debut europeo,
Setién prometió rotar y lo hizo. Tiró de fondo de armario -ocho cambios con respecto a
Mestalla y debut este curso para
Joel y Javi García- y también de flexibilidad de pizarra para darle una lección táctica a su homólogo. Para ello, modificó ligeramente su 1-3-4-2-1 para convertirlo en un dinámico 1-3-1-4-2. Como en
Valencia, salió sin pivote defensivo, con
Guardado por delante de los centrales, bien escoltado por
Lo Celso y
Joaquín como volantes, con
Barragán y Tello muy abiertos y con
Loren y Sergio León arriba. Especialmente interesante fue el plan sin balón: forzar pérdidas de Olympiacos en la salida y obligarles a salir con pelotazos largos. Los delanteros béticos encimaban con fiereza a los centrales griegos, mientras los carrileros subían para tapar a los laterales locales. Tan efectiva fue la táctica, que el técnico de los atenienses tuvo que hacer un cambio a la media hora de juego para retocar su medular, juntar líneas y cerrarse más. Pese a ello, el dominio visitante siguió siendo abrumador, algo a lo que contribuyó la expulsión de
Tsimikas (73').
El
Betis mantuvo casi todo el partido a sus 10 futbolistas de campo en terreno rival. Rifó a veces la pelota, pero es un riesgo más que asumido que denota personalidad. Siguió a lo suyo, amasó posesiones largas con entregas sencillas, rompió líneas con conducciones interiores y filtró pases para los desmarques de ruptura de sus atacantes.
Insistió en el mismo plan con la entrada de
Canales, Sanabria e Inui y terminó merodeando el área local, pero volvió a faltarle chispa y acierto en los últimos metros y eso le impidió debutar con triunfo.