A Mauricio Pellegrino se le resiste el puzzle de un Leganés renovado y no termina de encajar las piezas para que su proyecto arranque. Atrás queda por ahora la fiabilidad del 'Lega' de Garitano, un bloque sin fisuras que minimizaba sus numerosas carencias con un sistema muy trabajado y un derroche físico extenuante.
La transición se presuponía delicada, porque el equipo estaba hecho a imagen y semejanza de su anterior entrenador, y lo que le funcionó en el Alavés de momento no ha cuajado en Butarque, con resultados contrarios y la sensación de que los futbolistas no asimilan sus conceptos, si bien la sorprendente victoria contra el Barcelona ha supuesto una bocanada de aire fresco y de moral que le permite recargar su menoscabado crédito.
El entrenador ha probado ya diferentes fórmulas, ha cambiado una y otra vez sus mimbres, pero la falta de contundencia atrás y las dificultades para generar ocasiones están lastrando a un Leganés que busca siempre los centímetros y la capacidad para bajar el balón de Carrillo. Sin embargo, el argentino apenas se ha puesto de gol, porque, aunque contribuye en el juego, le llegan pocos balones francos. Consciente de sus limitaciones, Pellegrino pretende robar y salir rápido, saliendo por fuera con bandas rápidas, si bien no logra cohesionar al equipo ni presionar con orden, lo que crea espacios que el Betis podría rentabilizar esta noche.
Álvaro Palomo2 min lectura