La Semana Santa que llevo dentro (Último día)

Sábado Santo de intimidad y esperanza

Sábado Santo de intimidad y esperanza
Sábado Santo de intimidad y esperanza. - Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 3 min lectura
Qué bonito es a veces cuando se habla sin hablar. Cuando no se requieren palabras. Con una mirada reveladora. Con una sonrisa. Con un abrazo sentido. Con una mano en el hombro cuando se necesita. En silencio, con una conversación de fuera para dentro, íntima, sabiendo lo que se dice sin decirlo, con una petición por hacer o cosas por contar.

Como aquellos domingos durante años en un rincón de la Parroquía de los Salesianos. Después de la misa. Ya casi solos. Frente a frente con la Madre Santísima de la Trinidad. Mi confidente. Me sinceraba. Le pedía por los míos, por los demás y quería también escucharla aunque fuese a través de sus ojos. Y me marchaba a casa con la paz que otorga quien sabes que de una forma u otra siempre te atiende.

Y lo que quedara por hablar se lo decía y se lo diré el Sábado Santo, en María Auxiliadora, de día y de noche. Caminando a su lado hasta que la estrechez sólo permite ver cómo se aleja. También en la Alfalfa, justo antes de salir a San Pedro. Qué palio. Qué tristeza en su cara pero a la vez qué Esperanza. La Trinitaria. La que tantas veces me ha transmitido al mirarla.

La Virgen de mi barrio de siempre, de la que nunca fui hermano pero como si lo fuera por lo que nos une. La que acompañan parte de mi otra familia bajo el antifaz, por los que Jesús siempre me preguntaba y buscaba entre las filas de escapularios trinitarios. La he esperado cuando Sol se acaba y ha sido la última gota de Fe de mi Semana Santa. La 'Trini' la llamo, con cariño y la devoción fraguada en la intimidad.

Mi Sábado Santo. También, por supuesto, el de una Canina sin la que no se entendería la Semana Santa sevillana. Es imposible no mirarla embobado cuando eres pequeño mientras tu padre te dice, "¡mira!, ahí viene la Canina". Y entonces no comprendes lo que significa pero te impresiona. Porque despierta tanto la atención y la curiosidad como intentar asomarse para descubrir el rostro tranquilo y majestuoso de Jesús Yacente de Juan de Mesa.

Es la Semana Santa que llevo dentro. La de Los Servitas en una esquina de Doña María Coronel. La de una avenida a cielo abierto en los albores de la tarde con el Varón de Dolores. La de la Soledad de San Lorenzo en un recuerdo añejo pero vivo por La Gavidia. La Semana Santa que se marcha en Santa Marina y que volverá con Sevilla más cofrade y devota que nunca.
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