El Betis en el 'Football Manager': la Arcadia imposible

Que los buenos se queden todos, que lleguen ofertas descomunales por ellos, pero que se queden todos; que los malos se vayan sin rechistar a lo que les salga; y fichajes, muchos y grandes fichajes; y lo del tope salarial, que lo hubieran previsto Haro y Catalán, hombre

Óscar MurilloÓscar Murillo
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El Betis en el 'Football Manager': la Arcadia imposible
Joaquín, Borja Iglesias, Fekir y Canales, cuatro estandartes del Betis 22/23. - RBB

El Real Betis ha cerrado una ventana estival de transferencias convulsa. El empeño de LaLiga en aplicar a rajatabla una norma que se saltó a la torera los dos años anteriores, mirando para otro lado mientras clubes como el Barcelona se endeudaban hasta los ojos y generaban un desfase negativo en el Límite de Coste de Plantilla Deportiva (vulgo tope salarial), ha provocado que se rebusque en el reglamento para encontrar los resortes suficientes con los que equilibrar aspiraciones deportivas y posibilidades económicas. Que está muy bien ese control, inexistente por ejemplo a corto plazo (sí cada ciertos años) en la Ligue 1, donde descienden por impagos al histórico Girondins de Burdeos pero dejan que el PSG gaste sin control sin vender a nadie. Ahí estoy de acuerdo con Monchi. Si no, volveremos a tiempos pretéritos en los que la ambición desmedida se acababa estrellando con la cruda realidad. Y así llegaron las desapariciones. El olvido de los magnates, de los jeques multimillonarios (casi nadie se hace rico dilapidando su fortuna a fondo perdido).

Pero, como siempre, quien hace la ley, hace también la trampa. Primero fue la Ley Concursal y, en su versión moderna, las ampliaciones de capital, que con dueños de una mayoría accionarial se traduce (que se lo digan al Espanyol) en una inyección de dinero que luego hay que devolver al chino, qatarí o emiratí de turno. Que, vuelvo a reiterar, no es tan tonto como para regalar su fortuna, por mucho que se encapriche de un equipo de fútbol. Luego, Joan Laporta, con más tiros dados que la furgoneta de 'El Equipo A', se sacó de la manga las 'palancas'. Una especie de acuerdo CVC de Tebas, pero en multipantalla, hipotecando el futuro de varios activos del club y/o pidiendo a amigos que metan ahí 100 millones de nada para fichar a Raphinha o Lewandowski. Aquí, como Haro y Catalán previeron que les iban a correr a gorrazos por revender a un tercero la explotación del 25% de los ingresos más recurrentes que tiene el Betis, los de sus abonados, se fueron por el camino de enmedio.

El villaverdero y su mano derecha, que son según algunos dos muertos de hambre, pusieron seis millones de euros de sus bolsillos para rematar la planificación. Que sí, vale, que tenían que haber previsto esta situación, que el envejecimiento de la plantilla propiciaría ofertas menos cuantiosas o interesantes por sus mejores hombres, pero aportar de su patrimonio personal tres kilos cada uno (ojo, no avalar, sino meterlos en una cuenta de LaLiga hasta dentro de un año, cuando podrían perderlo si de verdad no se equilibran las cuentas), más otros 300.000 entre varios consejeros, tiene guasa. He leído de barrabasadas que me cuesta hasta reproducirlas. Para ciertos informadores u opinadores, este mal es exclusiva del Betis, de dos pobres hartos de pan que no saben llevar una SAD, porque no son hachas en sus negocios. La coartada, que a Haro le ha ido mal y han tenido que rescatarle los bancos en una de sus empresas de energías renovables.

Pero, que se sepa, salvo Joaquín Caro Ledesma (y me dicen que con la boca chica, pero sólo proponerlo tiene su riesgo, por si te toman la palabra), nadie ha llamado al presidente o el vicepresidente verdiblancos para ofrecerles su dinero. Como la han liado ellos, que lo solucionen ellos, argumentan muchos. Claro. Sólo le ha ocurrido al Betis. El eterno rival hispalense ha tenido que vender a sus tres jugadores con mayor valor de mercado y por debajo de éste (uno, al final, cedido, porque no coló con el Ajax) sin estar en su último año de contrato. Almería, Getafe, Villarreal o Atlético de Madrid se han quedado como estaban, sin altas que querían o necesitaban, o han tenido que soltar a su mejor delantero para rearmarse. Porque no daban los números. Da igual. No pasa nada. Sólo ha pasado en el Betis. Repiten el mantra para volverlo incuestionable como si fuésemos ciegos o tontos.

Y luego llega la Arcadia feliz e imposible de las redes sociales. Decía Luis Enrique, al que le han dado fuerte y flojo desde que llegó a su cargo, que en España hay miles de seleccionadores, uno en cada sofá, por lo que era imposible convocar a los que todos querían, así que llamaría a los que ve mejores o, aunque no rindan como deben, a los que considera mejores. O a los que más le gustan, que está en su derecho. Si no sale bien, que lo echen. Pero Twitter, una herramienta antaño útil para informar e informarse que ha devenido en lodazal para el desahogo de los que quieren y no pueden, vomita a diario sus lecciones magistrales. Otro día analizaremos a los creadores del bulo para confundir a la prensa en época de fichajes, porque hoy quiero concentrarme en los amantes del 'Football Manager', a los que ha hecho mucho daño la proliferación de los juegos de 'fantasy' como Comunio, Biwenger, Mister y similares.

Pero, incluso en estas aplicaciones, hay un presupuesto que respetar. Si te quedas en negativo, no puntúas. Aparte de competir con otros como tú para fichar a los que quieres y, en algunos, tener que prevenir 'clausulazos' o reaccionar a ellos, no se puede tener todo. Sin embargo, en el mundo ideal del bético de las redes o de más de un periodista (lo que tiene más guasa, porque ellos conocen o deben conocer la norma), Haro, Catalán y Cordón tienen que conseguir que los buenos se queden (rechazando ofertas descomunales), que los malos se vayan al equipo que les salga o que rescindan perdonando sus contratos. Y que lleguen fichajes. Muchos fichajes. Aouar, Dani Ceballos, Bellerín. Si es posible, a coste cero, regalados por sus clubes. Que son muy béticos y quieren venir, señores. Que eso hay que premiarlo. Incluso aunque Manuel Pellegrini, muy diplomático en público, haya recalcado en privado que no los quiere, que prefiere potenciar otras demarcaciones o que, si tiene elegir entre ellos u otros que están, se queda con los segundos.

Ya para consensuar quiénes son los malos y los buenos quedamos en la calle Tajo y hacemos una asamblea improvisada a mano alzada. Como todo en esta película que se han montado. Ni que decir tiene que no hay que tener dinero para ser un aficionado cuya opinión cuente. No sólo los abonados o los que acuden regularmente al Benito Villamarín o acompañan al equipo en sus desplazamientos sienten los colores. Los hay a millares que no tienen un duro aunque superan en pasión y fidelidad a los del palco VIP. Por supuesto. Pero para unos y otros hay una 'conditio sine qua non': la coherencia. Y no es algo nuevo. La inventaron nuestras madres. "Todo lo que se te antoje no te lo puedo comprar". Las sabias de toda la vida, las que hacían virguerías con un sueldo cuando los mileuristas habrían sido reyes. Pues eso: teta y sopa es imposible que quepan a la vez en la boca. Por pedir que no quede, si bien esa Arcadia es un camelo populista.

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