El año post-Serra Ferrer ha acabado con el mismo sinsabor de las últimas temporadas. Muy poquito dulce que llevarse a la boca. El 2020 lo cierra el Betis en zona de nadie, sin una aspiración real a luchar por Europa y con el rabillo del ojo mirando a la zona baja.
El 'Big Data', la tecnología, el amplio equipo de scouting y la modernización del club a la hora de incorporar jugadores en la que no cabía Serra, entre otras razones por no manejar idiomas, fue la nueva apuesta de Haro y Catalán. Un nuevo fracaso después, ellos mismos lo están desmontando (a través de Antonio Cordón, el nuevo director deportivo) en otra huida hacia adelante.
La que parecía una gran plantilla, con Fekir ocupando la plaza que dejó la venta millonaria de Lo Celso, y con la apuesta, también millonaria, por Borja Iglesias, tampoco funcionó. Incorporaciones como Juanmi, Álex Moreno, Pedraza, Guido Rodríguez o Carles Aleñá en el mercado invernal, no ayudaron a subir el nivel y Alexis acabó sustituyendo a Rubi para intentar acabar con dignidad otra temporada de desencanto.
La debilidad defensiva sigue siendo el gran problema de un equipo que este año ha logrado mantener a sus futbolistas franquicia pese a los graves problemas económicos que ha generado la pandemia del coronavirus. En torno a Canales y Fekir se mantiene el optimismo en un club que sigue vivo en la Copa (pasó apuros para eliminar al UCAM Murcia y se medirá al Mutilvera en la segunda ronda, modesto equipo navarro de la Segunda división B) y que espera una inyección de moral a través del derbi tras la derrota en Levante (4-3).