El primer aniversario del Metropolitano, al borde del desastre

El primer aniversario del Metropolitano, al borde del desastre
El primer aniversario del Metropolitano, al borde del desastre
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 6 min lectura

El Atlético de Madrid empató ante el Eibar (1-1) en el primer aniversario del estadio Wanda Metropolitano, una celebración al borde del desastre con el gol del visitante Sergi Enrich en el minuto 86, que alivió con el tanto del empate el canterano Borja Garcés, de 19 años, en su debut en partido oficial.

El delantero melillense, que ingresó en el campo para disputar sus primeros minutos en LaLiga Santander bajo las protestas de la grada, por la elección de el entrenador argentino Diego Pablo Simeone de sustituir al centrocampista Rodrigo Hernández, fue el que salvó los muebles cuando el partido parecía abocado a la derrota.

Lo hizo gracias al olfato de un punta -que viene de ser campeón de todo con el juvenil A rojiblanco- que cuando el tiempo añadido se acercaba a su fin encontró un pase raso del argentino Ángel Correa, que el francés Antoine Griezmann no acertó a rematar, lo detuvo y descerrajó un derechazo imparable para el portero serbio Marco Dmitrovic, un muro hasta entonces.

Un gol que enmendó el tanto anterior de Sergi Enrich para el Eibar, evitó la derrota y salvó la celebración del primer cumpleaños de la nueva casa del Atlético de Madrid (inaugurado un 16 de septiembre de 2017 ante el Málaga, victoria 1-0) en un mediodía sofocante por el sol que caía sobre el campo y sus alrededores.

Porque el estadio luce imponente en su primer aniversario, pero el terreno que lo rodea sigue aún desprovisto de árboles ni sombra que haga más amable la llegada de los aficionados desde las calles circundantes. Solo la sombra que proyectaba la grada principal, la conocida 'Peineta', daba refugio a los aficionados.

La hinchada rojiblanca ansiaba una victoria balsámica con la que enjugar un inicio liguero dubitativo, con un empate razonable en Mestalla ante el Valencia, un triunfo muy poco tranquilizador ante el Rayo Vallecano en casa y una derrota alarmante en la visita al Celta de Vigo en Balaídos. No fue eso lo que obtuvo.

Porque si alguien esperaba que el Eibar de José Luis Mendilíbar iba a ejercer de convidado de piedra, estaba muy equivocado. Todo lo contrario.

El conjunto armero salió con una idea clara: presión alta, dejar al rojiblanco Rodrigo -hoy eje del centro del campo atlético- sin opciones de pase y buscar fortuna en alguna recuperación.

El plan visitante salió redondo: el Atlético no era capaz de enhebrar combinaciones claras, solo tenía peligro cuando el francés Antoine Griezmann sacaba algún recurso de su chistera, y por poco no logra el premio del gol, gracias a un disparo del lateral Cote a unos pocos metros del área grande que rozó el larguero.

Cuando el Atlético comenzó a encontrar el camino, casi siempre gracias a las apariciones de Griezmann por la banda derecha, se encontró con el gran protagonista del conjunto guipuzcoano: el meta serbio Marco Dmitrovic, que repelió el primer disparo de Griezmann en el primer cuarto de hora, y siguió con un paradón a un remate de cabeza de Saúl tras un saque de esquina del francés Thomas Lemar.

Tras una primera parte que no dio para mucho más, pareció que el Atlético volvía de otra manera tras el descanso: un disparo de Saúl desde fuera del área, una ocasión para Diego Costa tras un centro raso de Lemar y un error al bloquear de Dmitrovic, y después otra parada del meta serbio a un cabezazo del uruguayo Diego Godín.

No obstante, el Eibar tuvo sus opciones, con una buena combinación al contragolpe que desperdició Joan Jordán y un disparo del central Anaitz Arbilla desde fuera del área que se estrelló en el larguero.

Para entonces, había buscado la reacción Simeone metiendo la velocidad del argentino Ángel Correa y había añadido a Garcés en punta junto a Diego Costa, en un cambio silbado por la hinchada no tanto por el debut del canterano, sino por la retirada de Rodrigo, hasta entonces el jugador con más criterio del centro del campo.

Diego Costa, que parecía el cambio natural para dar entrada al punta melillense, acababa de tener una ocasión, y después tuvieron desde los saques de esquina Griezmann, Koke y Giménez, en dos ocasiones. Ninguna de ellas entró.

Sí la embocó, en la portería contraria, Sergi Enrich, gracias a un centro del argentino Pablo de Blasis que el punta balear controló con la cara -los defensores rojiblancos reclamaron mano, pero el videoarbitraje confirmó que no era así- y remató al fondo de las redes de Oblak.

Quedaban apenas cuatro minutos para el final del tiempo reglamentario, y el primer cumpleaños del Metropolitano pintaba a tragedia con la que podía ser la segunda derrota consecutiva en Liga. Pero entonces apareció Garcés y la juventud salvó al Atlético de marcharse de vacío en la fiesta de su propia casa.

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