Yarmolenko y un gol balsámico

Madrid, 14 jun (EFE).- Con apenas ocho partidos en el once titular del West Ham esta temporada, Andriy Yarmolenko renació de sus cenizas con un golazo a los Países Bajos que alivió las penas de un jugador de primer nivel apagado en los últimos tiempos.
Después de un curso aciago, y no es el primero en el que no destaca, Yarmolenko volvió a acaparar los focos que parecían haberle olvidado. Y todo, gracias a un tanto de primer nivel. A los 75 minutos del partido frente a los Países Bajos, congeló el tiempo en el estadio Johan Cruyff Arena de Ámsterdam con un misil desde fuera del área que rompió las telarañas de la portería defendida por Maarten Stekelenburg.
Frío como el hielo sobre el césped, su celebración no estuvo a la altura del zurdazo que se había sacado de la chistera para reducir distancias en un encuentro que parecía perdido. Marcó el 2-1 y después, su compañero Roman Yaremchuk llegó a empatar, pero Denzel Dumfries, sobre la bocina, dio la victoria al equipo de Frank de Boer (3-2).
Cuando hizo su gol, Yarmolenko corrió hacia el centro del campo, se quitó de encima a algún que otro compañero y se besó las dos muñecas. Poca celebración para el que puede ser uno de los goles más bonitos de la Eurocopa después de un curso sin apenas protagonismo.
Al jugador del West Ham le han faltado minutos y titularidades y le han sobrado suplencias y lesiones. No ha tenido mucha suerte. De hecho, no ha tenido excesiva desde que llegó al conjunto inglés en la temporada 2018/19. Apenas ha jugado 54 partidos en tres cursos y ha firmado ocho tantos, cuando llegó a meter 21 en el 2013/14 y 19 en los tres siguientes.
Pero este año podría decirse que ha sido el peor. Yarmolenko se ha perdido 22 partidos del West Ham. Once de ellos, por lesión en dos diferentes tramos. Primero, por coronavirus entre el 22 de noviembre y el 5 de diciembre de 2020. En esa ventana, dejó escapar tres encuentros. Y, segundo, entre el 15 de febrero y el 11 de abril de 2021 por una lesión en una rodilla que le dejó fuera ocho duelos.
Y, cuando ha estado disponible para su entrenador, tampoco ha gozado de excesiva confianza por parte de David Moyes, que le sentó nueve veces en el banquillo y le dejó en la grada dos. Sólo fue titular en ocho ocasiones. En total, participó en apenas 22 partidos.
Son unos números muy pobres para un jugador al que nombraron en su país el heredero de Andriy Shevchenko. Rápido en sus inicios, con una zurda exquisita, buenas cifras goleadores y un disparo demoledor, Yarmolenko pasó los mejores años de su carrera en el Dinamo Kiev. Hasta diez temporadas y media completó en el club ucraniano hasta que en 2017 se fue al Dortmund con 27 años.
Desde entonces, Yarmolenko se ha ido apagando. Se ha convertido en un jugador irregular, intermitente. Con pinceladas de clase y arrancadas llamativas, pero que sobre el campo da una sensación de indolencia que probablemente no guste en la Premier League, una competición donde la calidad no es suficiente.
Con Ucrania tampoco ha vivido momentos intensos en las grandes competiciones. Esta es su tercera Eurocopa y en las dos anteriores, Francia 2016 y Polonia y Ucrania 2012, su equipo no pasó de la fase de grupos y, aunque jugó todos los partidos, prácticamente pasó desapercibido.
Pero este domingo, dio un giro a su situación. En sólo unos segundos, con una jugada que culminó con un zapatazo impresionante, Yamolenko dijo a todo el mundo que aún tiene carrete. Sin duda, es lo mejor que le ha pasado este curso y puede ser el trampolín para su despegue. Al jugador del West Ham le bastó con sacar a pasear su pie izquierdo para convertir un disparo a portería en un gol balsámico.
Juan José Lahuerta