Lección de cómo ir a destiempo

El Sevilla de Machín se ha caracterizado hasta ahora por una combinación de seriedad, oficio y pegada en los momentos importantes y anoche se alejó de esta hoja de ruta con una versión más descontrolada, quizás por la ansiedad que le fue generando la resistencia del Villanovense.

Como era de esperar, dispuso del control pero no le imprimió ni ritmo ni profundidad para desarbolar a un rival muy inferior que se defendía con solidaridad dentro de sus limitaciones. Se añoró la velocidad en las transiciones de un Sevilla muy horizontal, con una cadencia lenta en la circulación y que sólo inquietaba con la mejor noticia de la noche, la segunda muestra de que Promes puede ocupar el carril diestro durante la ausencia de Navas.

El holandés percutió por la diestra y le dio salida al atasco de los suyos, que, aunque generaron alguna ocasión, impulsados por la inercia de su propia superioridad, no supieron gestionar la posesión, bastante estéril en la primera parte. Sin sufrir atrás, los nervionenses aceleraron un poco la marcha en la reanudación, merced al paso al frente de Roque y la mayor contribución en la conducción del 'Mudo', que se sumaban a la actividad de Promes y la insistencia de Muriel, autor de la jugada que resolvió la eliminatoria. Tras el tanto, y sobre todo en los minutos finales, a los blanquirrojos les faltó la personalidad de la que habían carecido casi todo el encuentro, en esta ocasión para imponer su oficio e impedir que el Villanovense se acercara a partir del control del balón. Para eso salió Banega, pero el equipo continuó desmadrado y con ansiedad hasta el final. Machín tendrá que recordar a los suyos las bases de su estilo.

Desequilibrio por la cojera en la zurda
Los nervionenses se vieron obligados a volcar su fútbol en la derecha con Promes por la ineficacia y ausencia de profundidad de Arana en el carril izquierdo, propiciando un desequilibrio que dificultó el acceso a la portería de los extremeños.