El análisis del Barcelona-Sevilla

Mismo dibujo, cambio de idea

Mismo dibujo, cambio de idea
Mismo dibujo, cambio de idea. - Alejandro Sáez
Alejandro SáezAlejandro Sáez 2 min lectura
No tiró la Copa el Barcelona, pues no le hizo falta: se la regalaron. Y es que Pablo Machín hincó la rodilla desde el mismo momento en el que anunció la alineación y, aunque mantuvo su dibujo, esquinó sus principios. Una traición dibujada sobre los trazos habituales, pero lejos de la valentía que se le presupone al fútbol del soriano, dándole la titularidad a un Guilherme Arana en el que no confía (lo ha demostrado durante el último mes) y que en las últimas semanas ha estado más fuera que dentro, negociando su retorno al Corinthians, con lo que ello conlleva.

Fortaleció la zona ancha con Amadou, como se presuponía, pero dejó al máximo goleador del equipo en el banquillo, falseando la delantera con Pablo Sarabia junto a André Silva. Y todo eso, a pesar de que el Sevilla no salió mal al césped de inicio, saliendo rápido a la contra y presionando desde el centro del campo a un Barcelona que se hizo rápidamente con la posesión. Al Sevilla le duraba muy poquito el balón en los pies, gestionando mal la salida del esférico. El Sevilla perdió la medular, con Messi bajando a recibir y generando superioridad numérica, por lo que con ayuda del VAR, concedió demasiado pronto los dos primeros goles, igualando el Barça la eliminatoria, a la vez que Banega falló un penalti que se antojaba clave por aquel momento.

El resto del partido sobró (salvo un arreón final con el gol de Arana), llegando un chaparrón de goles culés y aguantando en exceso Machín los cambios. Lo de siempre: un Sevilla cagón (como diría Luis Suárez) en los grandes campos de España al que Machín, ayer, colaboró.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram