No andaba fino Franco Vázquez en los últimos encuentros. Suplente ante el Eibar en Liga, le faltaba al italo-argentino esa chispa que tantos elogios le granjeó semanas o incluso meses atrás. Cuando su fútbol no es tan lúcido, pronto comienzan las miradas críticas, las que se fijan más en su trotar extraño.
Pero la calidad siempre le alumbra. Lo dijo Machín el día anterior. No era un problema físico, sino de mentalidad. Y motivado por la competición en la que el Sevilla se siente el rey, el 'Mudo' despejó su mente y se echó el equipo a la espalda desde el minuto uno.
Pronto se vio que era el día de los 'jugones'. Todo es más fácil cuando la sala de máquinas funciona. Y así, bien auxiliado por Banega y algo menos por Sarabia, Franco Vázquez comenzó a asociarse desde el pitido inicial para desmontar a una Lazio desdibujada por momentos, marcando el ritmo adecuado y dibujando líneas de pase para generar peligro. Quizás ya estuviera cansado cuando pudo apuntillar a su adversario.
Fernando Mateos1 min lectura