Análisis del Sevilla-Lazio

El matiz de la buena lectura

El matiz de la buena lectura
Promes volvió a actuar como carrilero zurdo por la lesión de Escudero. - Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 2 min lectura
El matiz diferenciador entre un Sevilla y otro radica en la lectura, en una comprensión ajustada de lo que necesita cada partido y de afrontarlo con la pose más adecuada siempre a partir de la imprescindible vehemencia. Un punto de partida en el que los nervionenses tropiezan una y otra vez en LaLiga, sobre todo lejos de casa, con actitud y planteamientos timoratos, pero que en Europa ha enfilado con una mentalidad completamente distinta, lo que convierte en inexplicable la imagen del equipo en estadios como Balaídos o La Cerámica.

Como en la ida, el Sevilla salió con personalidad en Nervión, con una presión adelantada para impedir a la Lazio un arranque impetuoso. Juntó líneas y se impulsó por la derecha con Navas para generar peligro con verticalidad. Con pocos toques y aperturas a la banda para aprovechar la lentitud de la zaga italiana después de recuperar el balón con prontitud. Roque Mesa iniciaba con la ayuda de Franco Vázquez y los apoyos de Sarabia, un experto para ocupar los espacios y ofrecer opciones.

Este dominio se tradujo en el 1-0 del de siempre, Ben Yedder, para un equipo de Machín que sólo sufría por sus propios errores en la salida, lo que le dio a la Lazio opciones que no conseguía con el esférico controlado. La acertada lectura en el inicio varió en la segunda, con un repliegue ordenado que se reforzó con la expulsión de Franco Vázquez, con coberturas y carrileros con menos recorrido. La roja a Marusic propició que los nervionenses se soltaran de nuevo para sentenciar la eliminatoria ante un rival poderoso al que empequeñeció en las dos citas, sobre todo en Roma.
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