Sevilla FC 1-0 APOEL: Poca fiesta para tanta superioridad

Sevilla FC 1-0 APOEL: Poca fiesta para tanta superioridad
- Fernando Mateos
Fernando MateosFernando Mateos 5 min lectura
El Sevilla es líder de su grupo y encarrila el pase a la siguiente ronda. Pero se pedía algo más. Mucho más. Era un día propicio para deleitar al público, para que los menos habituales se reivindicasen, para dar lustre al reencuentro del Sánchez-Pizjuán con 'su' competición. Pero nada de eso sucedió. Sólo pasó lo importante, que la victoria, aunque pírrica, se quedó en Nervión.

La entidad del rival y el hecho de que el domingo aguarde un 'miura' como el Barça animó a Lopetegui a guardar a sus primeros espadas y dar la oportunidad a la segunda unidad. Eso le bastaba para dominar con absoluta claridad a un temeroso Apoel, metido por completo, en su campo, sin rubor, desde el minuto uno.

El guion estaba claro. Toques y más toques entre los jugadores vestidos de blanco ante un conjunto chipriota replegado y que juntaba sus líneas para intentar anular vías de pase. Había que tirar de paciencia. Y el Sevilla la tuvo. Con el Mudo moviéndose con libertad para aportar soluciones y Joan Jordán realizando acertados cambios de sentido, los nervionenses movían a su rival de lado a lado para tratar de hallar espacios. Y llegó el premio a los 17 minutos, después de forzar cinco córners.

Una larga jugada en la que participaron Rony, el Mudo, Chicharito y Munir, acabó con el pase raso del hispano-marroquí y el remate en boca de gol del mexicano, más listo que la pasiva zaga chipriota.

Abierta la lata, el Sánchez-Pizjuán pedía fiesta. Pero el monólogo blanquirrojo se tornó en un fútbol sin chispa. El Apoel seguía encerrado y al juego asociativo nervionense le faltaba profundidad, pases más atrevidos que rompieran el orden rival y mayor velocidad para sorprender.

Así, corría el reloj sin ocasiones que llevarse a la boca. Tampoco se sufría. Bono, de hecho, no tocó su primer balón como sevillista hasta la media hora, con un decidido despeje de puños. Pero Lopetegui le pedía a su equipo desde la banda que se dejase de tanto fútbol horizontal.

Era el bullicioso Rony Lopes quien mejor entendía sus indicaciones. El portugués exhibía ganas y verticalidad, buscando el disparo desde fuera del área poco después de probar suerte también de falta, ya en una recta final del primer acto en el que el Sevilla se animó algo más.

Tuvo el segundo Chicharito, siempre con el gol entre ceja y ceja, en el 42', fabricándose en el interior del área un disparo repelido por el meta local, que vio acto seguido cómo el chut desde la frontal de Joan Jordán se iba rozando el palo izquierdo.

Muy poco. Sobraban toques y faltaba atrevimiento. El dominio era total, pero el público se aburría. Y nada cambió en un segundo acto mucho peor, con la incertidumbre añadida por lo exiguo del marcador. De hecho, pudo haber penalti del Mudo por un pisotón. Pero no vio nada el árbitro (aquí no hay VAR hasta las eliminatorias).

El partido, la grada, pedía que el Sevilla apretase. Pero aunque la entrada de Bryan Gil reactivó algo al equipo, hubo que esperar más de 20 minutos para ver el primer disparo a puerta nervionense, obra del Mudo desde fuera del área. Poquísimo ante un adversario tan discreto, que tuvo la suya a renglón seguido con un chut alto de Hallenius.

El susto, sin embargo, no hizo reaccionar a un Sevilla que no le daba su gente lo que pedía. Un cabezazo alto del Mudo, un chut lejanísimo de Gudelj... Nada pasaba y la afición tenía que entretenerse con ovacionar a Dabbur cuando el israelí, defenestrado, salía al campo, con su importante carga de guasa.

Pero lo realmente importante es que se alcanzaban los últimos minutos y el Apoel seguía vivo. El 1-0 era sumamente peligroso y los chipriotas, sin nada ya que perder, sí presionaban más arriba. Un innecesario riesgo que pudo convertir en catástrofe Koundé con un fallo en la salida que recordó al de Eibar, aunque esta vez estaba más lejos de su área y Al-Taamari se cayó sólo cuando la enfilaba.

La ley del mínimo esfuerzo dio sus frutos. Faltaron más remates y más goles. Más fiesta. Arriba no hay fluidez. Quizás por eso hay tantas ganas de ver a Dabbur.
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