Control hasta de sí mismo

A Lopetegui le preocupa especialmente el control de los partidos, establecer el ritmo de juego y que pase sobre el campo lo que marque el Sevilla. Es la esencia de su propuesta. La premisa sobre la que después propone la forma de traducir este protagonismo en profundidad, ya dependiendo de la disposición y las intenciones del rival, aunque habitualmente de dentro hacia fuera. La circulación se inicia en el interior para luego buscar las bandas y percutir con superioridades, justo lo que buscó ayer desde el inicio ante un Apoel pertrechado sin complejos en sus dominios.

Quiso ensanchar el campo para descomprimir el entramado chipriota y abrir espacios, lo que consiguió con el ímpetu de Pozo y las penetraciones de Munir. El Sevilla insistió en los apoyos por el centro, arrastraba a los marcadores para luego desplegar las alas y tratar de sorprender a un ordenado rival. Lo consiguió en una combinación rápida de está índole, con varios toques hasta que llegó el esférico a la izquierda, desde donde Munir sirvió el gol a Chicharito.

Luego, ante un rival inferior, el Sevilla ejerció un dominio férreo sin mirar hacia la portería rival, con un carrusel de pases en horizontal que le permitía prolongar su monólogo pero sin generar ocasiones más allá de las arrancadas de Rony Lopes. Mantuvo esta dinámica en la reanudación, con posesión en campo chipriota, pues recuperaba rápido, pero sin velocidad ni chispa, por lo que Lopetegui dio entrada a Bryan y Banega. Sólo dio para fuegos de artificio y pensar en que pasaran los minutos sin sobresaltos con más dosis de control hasta de sí mismo.

Rony, una pizca de chispa
En un partido con escasa profundidad, Rony Lopes intentó ofrecer una marcha más, sobre todo en la primera parte, tratando de asociarse para romper el muro chipriota y evidenciando sus ganas por convencer a Lopetegui y disfrutar de más protagonismo.