Sevilla FC-Atlético: Y tú, Sevilla... ¿de qué vas?

Sevilla FC-Atlético: Y tú, Sevilla... ¿de qué vas?
Julen Lppetegui intentará que su equipo controle la posesión ante un pétreo Atlético - Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 6 min lectura
La peor pregunta que le pueden hacer a uno en época de disfraces es la de ‘y tú ¿de qué vas vestido?’ Más que nada porque eso significa que tu elección no se ha entendido bien. Que puede gustar más o menos, pero no se aprecia con nitidez cuál es tu intención.

En las fiestas de Halloween se ven desde disfraces clásicos como el de castañeros, a los de monstruos, héroes de cómic e incluso de temáticas mucho más dispares para anárquicos, que siempre los hubo y los habrá. En estas, hoy llega a Nervión el Atlético, que va de equipo del pueblo, disfrazado de la falsa humildad, de rico con ropa modesta al que delata un reloj de oro que luce en su muñeca. Y el Sevilla, que le recibe ante su su afición, ¿de qué va? En teoría, de equipo grande, pero en Valencia se vistió de primo. O lo hizo, antes de que Rubén Sobrino castigase su racanería.

Si para algo le han servido a Lopetegui estas 11 jornadas es para saber que aquí no vale con una capa de maquillaje y una peluca. El equipo grande no sólo debe serlo, sino también parecerlo. Esta afición no se va a conformar con salir de paso. A otro Sevilla se le habría jaleado por ser líder dos semanas, por su buena primera parte en el Camp Nou o por la igualdad que reinó en su choque contra el Real Madrid. Pero ahora no.

Ahora no basta con tener opciones de dar la campanada, se le pide aprovechar su ocasión de darla. Años atrás habría sido lógico irse atrás, no exponerse y defender el valioso botín de ir 0-1 en un campo como el de Mestalla y con una defensa de circunstancias, con Gudelj de central y Koundé lateral zurdo. A este Sevilla se le exige meter el segundo y sentenciar. Y se recrimina cuando ni siquiera se le ve intentarlo.

De esto mismo, de aparentar tener más miedo de perder que ganas de ganar, ha sido mil veces acusado Simeone. Un punto en común entre ambos es que se les ha criticado que antepongan tener el control del partido a levantar al espectador de sus asientos. Con matices, eso sí.

Uno busca la solidez desde la posesión (un ‘si tengo yo el balón, el rival no me puede atacar’). El otro, lo hace desde el repliegue más ortodoxo, niega espacios y torpedea la fluidez del juego con contundencia en los duelos y con constantes interrupciones. Son dos maneras muy distintas de buscar lo mismo: que el rival no goce de ocasiones claras y ser efectivo en las que tengas tú.

Y, mientras, que el tiempo pase sin que suceda nada relevante. Esa sería la crítica recurrente y facilona. El elogio complicado está en valorar lo trabajadísimos que Lopetegui y Simeone tienen a sus equipos. El vasco, en sólo tres meses. El Cholo, que hoy cumple 300 encuentros como técnico colchonero contra su primer equipo español como jugador, lo hace con la ventaja que le dan llevar ocho años en el banquillo rojiblanco.

Con todo, el Sevilla y el Atlético, con sus abismales distancias presupuestarias, son dos de los animadores de LaLiga fuera del aburrido bipartidismo de Barça y Madrid. Por eso, por ser una de las grandes citas del fútbol español, ambos saldrán con lo más parecido que tienen a un once de gala; salvando los problemas atrás que sufren ambos.

El preparador nervionense tiene la duda de Reguilón y las bajas seguras de los lesionados Carriço, Sergi Gómez y Escudero y del sancionado Fernando, lo que a priori despeja a Gudelj de la ecuación defensiva. El argentino no puede contar con Giménez, Savic ni Vrsaljko; pero Lodi, aunque justito, sí ha llegado a tiempo.

Otro debate en común en ambas escuadras es la necesidad de enchufar a sus delanteros, que seguirán rotando. Volverán De Jong y Morata, suplentes en la jornada intersemanal, en lugar de Chicharito y de Diego Costa en los visitantes, que también llegan sin Joao Felix, el niño de los 126 millones. En un jugador, el Atlético gastó casi lo mismo que Monchi en el mayor desembolso de la historia de su club (158 kilos). El disfraz de equipo del pueblo no engaña a nadie. El manido lobo con piel de cordero. ¿Y tú, Sevilla, de qué vas?

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