Monchi como pin parental

Alejandro SáezAlejandro Sáez
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Monchi como pin parental
- Alejandro Sáez (@AlejandroSaezED)
El pin parental es la última novelería que se ha inventado la política española para enfrentar a las izquierdas y las derechas. Algo así como una forma de veto por parte de los padres sobre la propuesta curricular de sus hijos en todo lo que atañe a cualquier materia que, grosso modo, choca frontalmente con la educación o las creencias más tradicionales de ciertas familias, por decirlo de alguna manera. Una materia que, por otro lado, no atañe para nada a éste que opina sobre estas líneas, a pesar de que el citado pin parental venga ocupando todas las tertulias y esté hasta en la sopa, mientras que los problemas del país, al menos por ahora, siguen siendo los mismos que meses atrás.

Justo lo mismo que ha ocurrido con las palabras de un enojado Monchi en el Bernabéu, después de que el VAR y el colegiado le anularan a De Jong un tanto por obstrucción de Gudelj que hubiera supuesto el 0-1 para los sevillistas: "Si anulan el segundo gol igual bajo al campo y saco al equipo". Una exageración fruto del calentón del momento que desde la capital de España ha sido utilizada inteligentemente, y al pie de la letra, como excusa para cargar las tintas contra el de San Fernando. Un pin parental que ha servido para distraer la atención y conducir la polémica hacia otro lado, vetando lo verdaderamente importante. ¿Nadie se ha dado cuenta de ello? Y es que a nivel nacional ya ninguna persona habla de si fue gol o no.

La atención ahora recae sobre la figura del director general deportivo del Sevilla FC, de quien se ha dicho todo tipo de barbaridades. Que el protocolo VAR funcione, o no, que los árbitros no acaben de ponerse de acuerdo al respecto o que el Real Madrid vuelva a estar por medio en una polémica arbitral ya no preocupa ni ocupa a nadie. Ahora lo que vende es la 'pataleta' de Monchi...

Hace bien el sevillismo, por tanto, en olvidarse de ello y centrarse en el partido de Copa ante el Levante, una 'final' que, quién sabe, podría deparar una prematura e inesperada venganza (deportiva), pues el destino es muy caprichoso y las miras son muy ambiciosas en Nervión. Pobre del que quiera robarles la ilusión.
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