La definición de perfección

Machín ha encontrado la solución a las adversidades en un atrevimiento sostenido sobre el pilar de la confianza en la seda de su plantel. Podría haberle dado la razón a los que ya le tildaban de timorato y pertrecharse atrás, pero ha mirado en el vestuario y ha entendido que su idea también se puede desarrollar a partir del talento del que dispone. Es la prueba irrefutable de que ha comprendido dónde se encuentra, de lo que se exige en Nervión, sin renunciar en absoluto a sus convicciones.
Porque el Sevilla de ayer dominó cada faceta del juego con un once pleno de 'jugones', seguros con el balón pero también sin él, merced a unas basculaciones precisas y a transiciones defensivas perfectamente sincronizadas que le permitieron hermetizar la contención y cerrar las líneas de pase a un Real Madrid neutralizado, con las consecuentes recuperaciones para armar contragolpes letales.
Este Sevilla se siente más cómodo con espacios para correr si bien, con dos delanteros en liza y un doble pivote con la magia de Banega y Franco Vázquez, quiso y tuvo el balón desde el inicio, impulsado por Navas en la derecha y siempre con apoyos para hacer daño en la zona de influencia.
Generó peligro desde el inicio, con valentía e inteligencia táctica, para no descomponerse nunca y exhibir su mayúscula efectividad en acciones rápidas. Veneno inoculado por el delantero que precisaba un proyecto de alto nivel, expandido por el acierto de Machín de ubicar en sus planes a Ben Yedder y consolidado con el trabajo coral de un equipo que redefinió anoche el concepto de perfección.
Porque el Sevilla de ayer dominó cada faceta del juego con un once pleno de 'jugones', seguros con el balón pero también sin él, merced a unas basculaciones precisas y a transiciones defensivas perfectamente sincronizadas que le permitieron hermetizar la contención y cerrar las líneas de pase a un Real Madrid neutralizado, con las consecuentes recuperaciones para armar contragolpes letales.
Este Sevilla se siente más cómodo con espacios para correr si bien, con dos delanteros en liza y un doble pivote con la magia de Banega y Franco Vázquez, quiso y tuvo el balón desde el inicio, impulsado por Navas en la derecha y siempre con apoyos para hacer daño en la zona de influencia.
Generó peligro desde el inicio, con valentía e inteligencia táctica, para no descomponerse nunca y exhibir su mayúscula efectividad en acciones rápidas. Veneno inoculado por el delantero que precisaba un proyecto de alto nivel, expandido por el acierto de Machín de ubicar en sus planes a Ben Yedder y consolidado con el trabajo coral de un equipo que redefinió anoche el concepto de perfección.

