Los
números no tienen la capacidad de hablar por sí mismos. Y menos cosas aún suele decir un
resultado aislado. Es bastante más productivo
escuchar al juego y éste afirma, grosso modo, que ni el encuentro de Rennes era para ir 0-3 ni el 1-3 final fue justo, porque el árbitro se inventó el penalti con el que los locales maquillaron el partido; un partido que ya tenía
bastante maquillaje, si se atiende a la proporción que distaba
entre la habilidad y la suerte sevillistas. El particular marcador de los
disparos quedó
19-8 y
12 de esos lanzamientos a puerta los recibieron los nervionenses
desde dentro de su área. Demasiados para un conjunto que aspira a grandes cosas. Y demasiados también para quienes argumentan que el portero se dedica a parar. Cuanto menos se le vea en las imágenes, como ocurría la pasada temporada, mejor.
Y es que el Sevilla FC salió al campo
igual de mal que ante el Chelsea FC o el Real Madrid, con la diferencia de que ni el
Stade de Rennes tiene los atacantes del Chelsea FC ni
Bono fue el del día del Real Madrid. Eso le mantuvo con vida y le dio margen para poder mejorar y traerse, finalmente,
un buen dinero, además del ánimo que aporta cortar una mala dinámica. Las respuestas del meta y de su compatriota
En-Nesyri fueron
lo mejor, sin duda, y casi lo único salvable para un conjunto al que, precisamente,
le falta nivel Champions en esas dos líneas.
El delantero, empero,
quiere discutirme tal extremo. Con números, claro. Y hasta diría que
éstos le dan la razón. Son
ocho goles en 17 partidos o, lo que es lo mismo,
un tanto cada 95'.
El 44% (4 de 9) de las dianas del Sevilla FC en la Liga de Campeones.
Un gol por partido, prácticamente. Mucho. Ahora bien,
¿en qué partidos? En los de Champions, contra el
Krasnodar (2) y un
Rennes (2) que sólo ha sumado un punto en el grupo y que ha ganado
un partido de los últimos 14 que ha disputado. En LaLiga, frente al
Levante, el
Athletic, el
Celta y el
Huesca. Ninguno contra el
Bayern Munich, el
Chelsea FC, el
FC Barcelona o el
Real Madrid. Ante esos colosos, de hecho, suele aportar bastante poco o, más bien, nada. También aporta información
cómo han llegado generalmente sus tantos, generalmente:
entrando como refresco, con el rival desgastado y el partido roto. Es rápido y potente; tiene buen instinto y valentía para atacar los centros. De eso no está quedando duda. Otra cosa es que tenga que jugar lejos del área o llevarla cosida al pie.
Desde luego, que
siga marcando y que siga creciendo. ¡Cómo no! Pese a que el Sevilla no deba permitirse tener que esperar a que rompa su mejor delantero (o el más caro). Y, sobre todo, que Lopetegui cambie de una vez cosas para que le pongan bastantes más veces de gol, porque a la hora de generar ocasiones su equipo es
completamente romo (mucho mejor con
Suso, Óliver u Óscar por un carril del '10').
A mí, también por el propio En-Nesyri, me sigue pareciendo
poco ataque para un Sevilla FC que pretende subirse
al gran escalón que le separa del Atlético de Madrid. Y no tengo dudas, además, de que hoy habría
un delantero diferente a Carlos Fernández en la plantilla si no hubiese aparecido la maldita pandemia. Y digo "diferente", no mejor; eso no lo sé. La idea es que fuese
mejor para Lopetegui, en cuyo 4-3-3 el canterano no encaja.
El regusto que dejan el 1-3 y el doblete de En-Nesyri es
dulce, y yo no quiere ser aguafiestas, pero te va sabiendo
más amargo confirme raspas la capa un poco. Pero para eso hay que raspar, claro, y por suerte es
algo que hace mucho más el club que el aficionado medio, propenso a no pararse a ver más allá de lo que diga un resultado.