La Vuelta a España 'echa el cierre'
La ronda española se ha visto obligada a tomar una drástica decisión que querían evitar a toda costa

Tranquilos, la carrera sigue si curso, pero ya no es la Vuelta a España 2025. Lo que estaba ideado como una fiesta sobre las carreteras españolas se ha terminado convirtiendo en algo que trasciende por mucho al deporte, en un grito social –no siempre bien entendido– que ha llevado a la organización de la prueba por un camino que nunca quiso tomar y que ha provocado, a su vez, el 'cierre' prematuro de la ronda española. Habrá ganador –seguramente Jonas Vingegaard–, pero esta edición tendrá un gran asterisco y será recordada más por lo ocurrido fuera del asfalto que sobre éste; y es que las manifestaciones a favor de Palestina y que claman contra el genocidio en Gaza han terminado por dar el golpe a una Vuelta que ya venía herida desde hace tiempo y que en su llegada a Valladolid apunta a un 'adiós disimulado'.
Finales en alto que no se han producido, sustos como el que provocó la caída y abandono de Javi Romo (ciclista del equipo Movistar) y ahora la gran contrarreloj de La Vuelta, la de Valladolid, dejada en menos de la mitad de lo que debía ser (de 27,2 kilómetros a 12,2) en favor de una seguridad que puede ser tan real como palpable en el día de hoy, pero que directamente termina por dejar sin argumentos a los amantes de un deporte que, al igual que no pocos periodistas especializados, dan la competición casi por terminada. Porque sí, ver a la organización decidir recortar la etapa de este jueves 11 de septiembre, la 18ª de la clásica ronda española, es la puntilla a un recorrido que ideado por Fernando Escartín –el mítico ciclista de Kelme– ya había recibido numerosas críticas. Así reza el comunicado.
"Con el objetivo de dotar de una mayor protección al desarrollo de la etapa, la organización de La Vuelta, en coordinación con el Ayuntamiento de Valladolid y tras consultarlo con el Colegio de Comisarios, han decidido que la etapa contrarreloj de mañana se dispute sobre un recorrido de 12,2 kilómetros, manteniendo la salida y la meta inicialmente previstas", sentencia.
Sin entrar a valorar si era una medida necesaria –para eso ya están los organismos competentes–, sí que parece claro que a estas alturas el espectáculo ha quedado en segundo plano y que se trata de llegar a Madrid cómo sea. Tampoco sorprende. El transcurso de La Vuelta ha sido una concatenación de piedras en el camino y que ha disparado la polaridad de la sociedad española. Sí, se ha llegado a escuchar el manido e 'infantil' no hay que mezclar política y deporte. Calma, no hace falta que lo hagas, ya te la presentan dada.
¿Y qué dicen los corredores?
Antes de comenzar la 17ª etapa, la de ayer miércoles, los ciclistas realizaron su propio comunicado para señalar que si habían más incidentes, imprevistos o veían amenazada su seguridad, pararían. No parece que recortar la crono entre en ese marco, pero sí que se ve influenciado hasta el punto de que La Vuelta solo quiere llegar a la meta del domingo 'por el camino más corto y sin hablar con nadie' –a lo estación de penitencia–. La única certeza a estas alturas es que pierde el ciclismo, pierde el espectador y, por ahora, tampoco gana un pueblo palestino que clama a través de las voces que puede para frenar la barbarie e imponer los derechos humanos.