Afirmar que Serra Ferrer se va del Betis no se ajusta a la verdadera realidad de los hechos. Le invitan a irse, o le despiden, restándole atribuciones después de que en dos temporadas al frente de la parcela deportiva haya multiplicado el valor de una plantilla que ahora dispone de futbolistas en nómina que van a dejar en las arcas heliopolitanas muchos millones de euros.
Rédito que ahora no contará con la destreza del balear en el mercado para reinvertir con acierto, cayendo la responsabilidad en la reestructuración de la secretaría técnica que pregonaron Haro y Catalán en la noche de ayer.
Ahora, ambos quedan completamente expuestos ante la afición, porque, como ellos mismos reconocieron, se trata de un movimiento impopular, y si la pelota no entra todas las miradas se dirigirán al palco al no entender esta postura con Serra.
Porque un crecimiento tan evidente como el experimentado con él al frente necesitaba explicaciones más contundentes, más sólidas, aunque, como todo en el fútbol, el trabajo que se realice ahora y los resultados serán los que determinen si ha sido un tiro en el pie o todo lo contrario.
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