"El
Cádiz CF apuesta por mí y
el Elche sale beneficiado con traspaso", explicó el propio
Lucas Pérez pocas horas después de oficializarse su fichaje por el Cádiz CF el pasado enero, sobre la bocina; el último día de mercado. Una operación que se cerró en torno al millón de euros y que significó el último negocio redondo de
Christian Bragarnik, actual propietario del Elche.
'Peccata minuta', teniendo en cuenta la trayectoria de Bragarnik, pero un negocio suculento para los intereses económicos de un Elche al que
Lúcas Pérez llegó el pasado verano libre, a coste cero, tras haber rescindido con el Alavés. 19 partidos defendiendo la elástica franjiverde en la que tan sólo había sumado dos goles y una asistencia, llegando la opción del Cádiz, que le ofrecía un año y medio de contrato. Con el Elche, en cambio, finalizaba contrato en junio, teniendo opción de otro curso más si los ilicitanos permanecían en Primera.
El último gran movimiento del empresario argentino, cuya prometedora carrera en el negocio del fútbol le ha traído hasta España como propietario del Elche. Un hombre de fútbol que
comenzó en los campos modestos de Argentina y que se vio obligado a colgar las botas a los 28 años, cuando militaba en la última categoría del balompié argentino. Por aquel entonces,
el fútbol no le daba para comer, por lo que tenía que compaginarlo con su labor en un supermercado chino. De ahí, y ya sin poder darle patadas a un balón,
pasó a ganarse los cuartos en un videoclub.
Fanático de Vélez, Bragarnik comenzó a grabar partidos de fútbol y editar vídeos de los mismos. Un trabajo gracias al que conoció al intermediario Daniel Comba, al que le facilitó más de un VHS de los suyos con jugadas de su representado 'El Palomo' Albeiro Usuriaga, internacional colombiano que jugó en Independiente y en el Santos de Brasil en los noventa. Ese fue su primer contacto con el negocio del fútbol.
Años más tarde, su nueva gran oportunidad sería su amistad con Mariano Monroy, un talentoso volante de Arsenal de Sarandí que buscaba una oportunidad en el extranjero en 2001. Bragarnik le hizo otro de sus vídeos con sus mejores jugadas, lo que le posibilitó firmar por el Irapuato de la segunda división de México.
Una transferencia que le puso en contacto con Julito Grondona, hijo del expresidente de la AFA, Julio Humberto Grondona. Su primer gran negocio, pues los dueños de Iraputo le llevaron también a trabajar a México.
En el fútbol azteca se enroló como secretario en el club Querétero de Primera división, convirtiéndose poco después en presidente, lo que le permitió entablar contactos con otro club, el Xolos de Tijuana, del que acabó siendo asesor. Y de México volvió a Argentina con una gran cartera de futbolistas y entrenadores a los que hizo llegar al fútbol albiceleste, donde subió como la espuma e
hizo migas con Daniel Angelici hasta consolidar su empresa de representación, Scorefutbol.Luego llegaría su relación con Matías Morla, el abogado de Maradona, al que llevaría a dirigir a Dorados de Sinaloa de México, primero, y a Gimnasia y Esgrima La Plata, después. Para entonces, ya tendría más de 200 jugadores y unos 30 entrenadores.
No sería hasta
2019 cuando consiguiera cruzar el charco. Gestionó las transferencias de Darío Benedetto al Marsella y de Lisandro Martínez al Ajax, adquiriendo también el 58% de un
Elche del que ya tiene más del 90% de su capital. Hoy en día, a sus 50 años, poco queda de ese Christian Bragarnik que regentaba un videoclub en Flores, siendo actualmente uno de los hombres más influyentes del fútbol.
La venta de Lucas Pérez su último gran movimiento. 'Peccata minuta', eso sí, teniendo en cuenta su trayectoria.
Sandra Romero5 min lectura