La intrincada historia de Adam Masina

La intrincada historia de Adam Masina
Masina - Carlos Pérez
Carlos PérezCarlos Pérez4 min lectura
Piqué, Kaká, Ballack, Pirlo... Sólo algunos futbolistas grandes futbolistas provienen de familias adineradas. Son cientos los profesionales que han llegado a la elite tras criarse en la calle y sortear innumerables problemas. Historias de superación, como la de un Carlos Bacca que trabajaba a los 20 años en un autobús de su pueblo, o la de Adam Masina (23), en quien el Sevilla ha puesto sus ojos tras no fichar para el lateral izquierdo, por una razón u otra, a Amavi, Tagliafico, Arana o Zeegelaar.

"Tengo ganas de llegar lejos, de demostrar lo que sé hacer y lo que me motiva cada día. Desde pequeño tengo una fijación: quiero dejar huella, quiero ser recordado; no quiero quedarme en el anonimato", aseguraba Masina en La Gazzetta dello Sport en octubre de 2015, cuando narró la intrincada historia que le llevó desde Khourigba (Marruecos), donde nació, hasta la selección sub 21 italiana. Su madre falleció, por peritonitis, al poco de dar a luz y su familia emigró a Bolonia, donde su hermano y él fueron abandonados por su padre, quien vivía únicamente entregado al alcohol. Adam fue a deparar a la casa de acogida Marana-thá y acabó bajo el techo de Raffaele y Teresa. Su verdadero padre y su abuela, para él.

En el césped también lo tuvo complicado. A los 13 años ingresó en la cantera del Bologna... como delantero. "Hasta ahora, he jugado de todo, excepto de portero. Me siento bien como lateral en un 4-4-2 o como extremo, en 3-5-2 o 4-3-3". A los 18, sin embargo, el Bologna le echó y tuvo que comenzar de nuevo en la Serie C2. Es decir, en la cuarta división italiana, en el Giacomense. Fue Fabio Gallo, ahora técnico del Spezia Calcio, quien la cambió la vida, al atisbar que Masina lo que necesitaba era mucho campo por delante, espacio para correr. Por ello, fue retrasando su posición desde la delantera hasta el lateral zurdo. Y ahí el italo-marroquí rompió. Tanto, que los dirigentes del Bologna no dudaron en disculparse y pedirle que volviera.

Pese a tener una vida complicada, Masina nunca ha olvidado los estudios: “Me llamó la atención su seriedad, su capacidad de trabajo -cuenta Gallo-. En una ocasión, me pidió no venir a un entrenamiento porque tenía que hacer un examen en la escuela, que era una prueba importante. Me dijo que iba a recuperar ese entrenamiento y lo hizo: por la tarde fue el primero en llegar al club”. Posteriormente, hizo una tesina sobre Platón y Schopenhauer, hasta que se ha entregado por completo en los últimos tiempos a su gran sueño: jugar un Mundial con Italia, el que considera su país, pese a no renunciar a sus orígenes.

Quizás en Sevilla, disputando la Liga de Campeones (el clubes esperará a conocer si entra para tratar de cerrar o no su fichaje), lo tenga más fácil para que Gian Piero Ventura se lo lleve el próximo verano a Rusia. Al menos, Escudero necesita un relevo y quién mejor que uno que está luchando tanto por tratar de ser recordado y dejar huella.
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