Bienvenida sea la coherencia

Bienvenida sea la coherencia
- Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 2 min lectura
La coherencia se erige en el pilar fundamental de cualquier reacción. Sobre ella, se cimentan, y un 'perro viejo' como Caparrós lo sabe mejor que nadie. Por ello, en Cornellá inició la reconstrucción del equipo desde atrás, con el urgente fortalecimiento de la contención a partir de una mayor dosis de músculo en la zona ancha, para lo que formó con un doble pivote de corte defensivo con Amadou, al que al principio se le notó su inactividad con Machín, y Gonalons. Por detrás, una defensa de cuatro, con Navas en la diestra y Wöber en la izquierda, con licencia para recorrer la banda, sobre todo el palaciego, ya que el utrerano apostó por un 4-4-2 asimétrico en el que Banega generaba partiendo desde la derecha, con tendencia al centro para abrir el carril al palaciego. Promes sí ejercía de extremo, aunque a veces tiraba diagonales y Wöber le doblaba.

Con este dibujo, el Sevilla ganó en seguridad sin el esférico merced a que ocupaba más campo e impedía a los pericos encarar a la zaga con ventaja, a la vez que Banega generaba con más espacios que habitualmente, obligando a comprimirse al Espanyol con la consecuente aparición de metros para que Navas percutiera. Lo hizo el Sevilla por ahí y por la izquierda con Promes, pero faltaba chispa en los últimos metros, sobre todo a un André Silva que, sin embargo, se reivindicó en la acción del penalti. Con 0-1, el equipo evidenció una seguridad atrás inexistente en partidos anteriores para resistir tras el peligroso paso atrás que dio. Caparrós quiso enmendarlo con las entradas de Rog y Mudo en busca de más control y, en parte, lo consiguió, exhibiendo el Sevilla el oficio y la intensidad del que tantas veces ha carecido.
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