LA CRÓNICA

Mirandés 3-1 Sevilla: Una Copa amarga que dejará pesadillas

Mirandés 3-1 Sevilla: Una Copa  amarga que dejará pesadillas
- Fernando Mateos
Fernando MateosFernando Mateos 6 min lectura
Se le pueden poner mil calificativos: ridículo, sonrojante, vergonzoso... Que cada cual lleve el desastre hasta las cotas que prefiera, pero la eliminación copera es un misil directo a la ambición de un Sevilla que se queda sin una competición que es el camino más corto hacia un título. Y lo que es peor, dando una imagen lamentable, a la que no se le pueden poner paños calientes.

?Desde el pitido inicial ya se vislumbraba que el partido era de cuchillos afilados. Lopetegui había reservado a Fernando, Ocampos y Reguilón de su once tipo. Pero no era una cuestión de nombres, sino de mentalidad e intensidad. Porque era el Mirandés el que demostraba querer ir de verdad a por la Copa.

Con una asfixiante presión adelantada, el cuadro burgalés mordía en cada balón y no dejaba ni un metro para maniobrar a un Sevilla tibio. Y en la primera que tuvo, consiguió premio. Gudelj despejaba mal un centro raso desde la diestra y el balón le llagaba a Álvaro Peña, que filtraba un pase al interior del área que hacía bueno Matheus, revolviéndose y fusilando a Vaclik para encender Anduva.

Sólo habían pasado 7 minutos. Y aunque los de Lopetegui trataron de responder con un buen pase de Nolito que Munir controló pero no pudo traducir en disparo alguno, el guion continuaba siendo el mismo, con el Mirandés apretando de lo lindo la salida de un Sevilla que, pese a todo, tuvo el empate en un disparo de Banega.

No estuvo acertado en esa acción el argentino, cuando la ocasión invitaba a meter la rosca. Pero más sangrante fue su error a la media hora. De forma incompresible, se la entregó a Matheus y éste, tras recortar al propio rosarino, se sacó un zapatazo lejano que tocó en la cabeza de Gudelj y despistó a Vaclik.

Todo se ponía muy cuesta arriba. Y de manera más que justa, porque era el Mirandés el que más proponía sobre el césped ante un Sevilla sin intensidad en el repliegue defensivo, sin ímpetu para presionar tras pérdida y sin ideas en ataque, con Gudelj muy metido entre los centrales y dejando mucho espacio con los futbolistas ofensivos.

Mucho debía cambiar el asunto. Porque lejos de acabar el primer acto acosando a su rival, más allá de un pase de Navas mal rematado por Munir, era el Mirándes el que metía a los de Nervión en su área y rozaba el tercer gol, con un lejano y venenoso disparo de Merquelanz, que desvió Vaclik lo justo, o un remate de espuela de Matheus, tras una veloz contra, al que el checo respondió con un paradón, concediendo una vida extra a su equipo.

Desarbolado por completo en defensa, el Sevilla decía adiós de ese modo a un espantoso primer tiempo y salía de la caseta con tres caras nuevas: Ocampos, En-Nesyri y Jordán, porque no se podía cambiar a los once. O al menos a diez. Todos menos Vaclik, de nuevo salvador en el arranque del segundo tiempo al pararle a Álvaro Peña un penalti tan evitable como claro cometido por Diego Carlos, decretado tras la revisión del VAR.

Había arrancado el cuadro blanquirrojo el segundo acto con brío, monopolizando la posesión y llegando en cinco minutos con un disparo inocente de Nolito desde el interior del área y otro furibundo de Ocampos que tocó en el exterior del palo.

Fueron meros fuegos de artificio que Diego Carlos apagó al llevar su brazo al cuello de un rival. Corría y corría el reloj y la impotencia sevillista convertía en un imposible meterse siquiera en la eliminatoria con un gol esperanzador. Ya el Mirandés jugaba con su ventaja, pertrechándose en su campo, pero ahora florecía el grave problema de este Sevilla con el gol, que En-Nesyri, como demostró con un disparo a las nubes en el 79' con todo a favor, no parece que haya venido a solucionar.

No había sufrido nada hasta entonces el conjunto burgalés, con su portero sólo exigido en un disparo de Ocampos que resolvió bien, consumiéndose entre córners sin remates de forma pobre una noche negra coronada con el 3-0 de un sevillista en las filas locales, Álvaro Rey, que a la segunda, tras otra parada de Vaclik, tuvo todo el tiempo del mundo para pensar y disparar ante la pasividad de la zaga sevillista. Incluso pudo hacer él mismo el cuarto. Poco o nada importó el gol postrero de Nolito. Era una cita sin margen de error y se cometieron demasiados. Importante y grave tachón en el expediente de Lopetegui.
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