"Ahí está, ése es, es Juan Carlos Unzué", le cantaba el Gol Norte del Sánchez-Pizjuán a un cancerbero que llegó al Sevilla FC durante el verano de 1990 y que defendió el arco nervionense hasta la 96/97, compartiendo portería con un Monchi que, pese a su rol de suplente (antiguamente, mucho más marcado para los menos habituales que hoy día), siempre terminaba arañándoles algunos partidos.
"Cuando echo la vista atrás y recuerdo Sevilla, incluso de lo futbolista, es increíble.
Son grandísimos recuerdos, es la época
donde me he sentido más querido. Vinimos dos y nos fuimos cinco. Tuve una confianza enorme y nunca dudé para ir a Sevilla. En aquel momento percibí la confianza de que firmaban al portero que querían y pude disfrutar muchísimo jugando y con la afición", recordaba esta semana el navarro en la web oficial del club nervionense.
Lo curioso es que, según contaba
El Sevillista, revista más o menos oficial de la entidad en aquella época (costaba 200 pesetas), Unzué no fue sino
la tercera opción que manejó el Sevilla FC, pues
Luis Cuervas lo intentó primero con
Pedro Jaro, que entonces estaba en el
Málaga CF y acabó en el
Real Betis, tras pasar por el
Real Madrid; y un
Ablanedo, el 'Gato', por el que el Sporting pedía una fortuna.
Ernesto Valverde pudo ser sevillistaTras barajarse un posible trueque, en el que
iba a entrar Ernesto Valverde, finalmente el Sevilla FC accede a quedarse a Unzué más 50 millones de pesetas, a cambio de Nando. El negocio era para dos años: si pasado ese tiempo, alguno de los clubes quería recuperar al que era su jugador, tenía preferencia para hacerlo, estando cada uno valorado en
200 millones de pesetas y comprometiéndose a no traspasarlo a un tercer equipo durante ese período.
El meta navarro, pese a todo, se quedó en Sevilla hasta 1997, viviendo, como recordó en los medios del club nervionense, su mejor etapa como profesional.