La guerra del mañana

Antonio José MedinaAntonio José Medina
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La guerra del mañana
- Antonio J. Medina
"Los únicos que arriesgamos somos los clubes, el resto sólo recoge y distribuye"; "Jugar partidos de liga fuera ya lo hacen la NFL y la NBA, LaLiga no ha inventado nada, sólo repetir lo que hacen los mejores"; "Digo chapó al trabajo de LaLiga para promover su marca porque la ha llevado al escenario mundial"; "La soberanía se centra en las manos de unos clubes como Real Madrid, Barça, PSG, Bayern Múnich, Juventus, etc. que tendrían que tener la misma capacidad por lo que representan"... Esas fueron algunas de las perlas que dejó hace unos días el presidente de la Juventus y de la Asociación Europea de Clubes (ECA), Andrea Agnelli. Unas ideas que no tendrían que pasar de ahí si no fueran un claro aviso a los mandamases del fútbol europeo y mundial y, especialmente, para dirigentes como el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, que se han opuesto frontalmente a los clubes (LaLiga) desde que tomaron el poder.

De momento son palabras, pero la amenaza de una competición independiente y del control del fútbol por parte de los clubes está detrás. Es un viejo anhelo de dirigentes como Florentino, Bartomeu y algunos otros europeos que, por ahora, no fructifica, no porque la UEFA lo evite sino porque en las circunstancias actuales a estos clubes no les interesa, ya que el ente europeo les ofrece las suficientes ventajas en sus torneos como para que no tengan que dar un paso radical y empezar una guerra.

Una división que ya hemos podido comprobar en otros deportes, como el baloncesto, en el que la FIBA –el equivalente a la FIFA- ha perdido todo su poder en la guerra con los clubes más poderosos y cuyo último coletazo ha sido una fase de clasificación para el Mundial en la que no ha estado ninguno de los mejores jugadores europeos. Ahí, como ocurriría en el fútbol, las televisiones y los patrocinadores se ponen de parte de los que generan ese negocio y, por ahora, estos son los clubes.

Infantino antes y Ceferin ahora han ido cediendo 'competencias' al ritmo que menos les perjudicaba –incluso Platini y Johansson ya tuvieron que empezar a tratar con tacto ese problema con el G-14, antecesor de la ECA-, que no les generaba conflicto y que les ha permitido mantener su estatus predominante: cada vez ofrecen más parte del pastel para los que lo generan, van a crear una tercera competición de clubes para no dejar sin representación a los más pequeños, etc. Y, a cambio, han ido obteniendo otras cosas con ideas como la Liga de Naciones. Pero los clubes quieren más, la competencia es mayor entre las ligas, han entrado nuevos elementos en juego –como el dinero de los jeques y el PSG como mayor ejemplo- y todas buscan ingresos. El partido en Estados Unidos, al igual que la apertura a Asia, que será el siguiente paso, son avances lógicos en busca de esta expansión.

Como decía antes, por ahora son sólo palabras, pero los clubes se están empezando a hartar de algunos comportamientos. Y con ataques de testosterona de dirigentes nacionales, como Rubiales por el partido en Estados Unidos o por el control de los horarios, se puede acelerar todo. La guerra, tarde o temprano, llegará. Esperemos que tarde. Y que nadie la acelere.
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