OPINIÓN

Rubi no es el único culpable

Antonio José MedinaAntonio José Medina
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3 min lectura
Rubi no es el único culpable
- A. J. Medina
Siempre se ha dicho que los fracasos son huérfanos y que el éxito tiene muchos padres, pero en el caso del Betis, Rubi sólo es la cabeza visible de un fracaso colectivo, el de un proyecto diseñado a tres años, que fue de más a menos y que en el tercero parece haber tocado fondo. O eso esperamos, porque aún no ha acabado.

Es el fracaso de una cúpula, de los que están y de algunos que ya no están, que apostó por el continuismo y no supo reaccionar cuando vio que el camino se estaba desviando. Es el fracaso de un equipo que es octavo en la lista de topes salariales de LaLiga y que se encuentra muy por debajo de lo que, por plantel, debería estar. Es el fracaso de un cuerpo técnico -el único que por ahora lo ha pagado- que nunca dio la sensación de haber conectado con la plantilla y al que siempre le acompañó la sensación de interinidad...

Muchos son los que ahora dicen que esta decisión se tenía que haber tomado hace unas semanas, pero hay que recordar que sólo hace diez días que se reanudó LaLiga o que en estos tres meses de confinamiento la ilusión por revertir la situación se palpaba entre los jugadores, con Borja Iglesias a la cabeza, y también entre los aficionados. Aún confiaban en este equipo. Tal vez fuera el recuerdo del triunfo ante el Madrid o tal vez que seguían creyendo que con Fekir, Canales, Borja, Loren, William, Bartra, Mandi, Guardado o Joaquín había argumentos para pensar en que todo podía ir a mejor.

Ahora es fácil criticar a Rubi, a algunos jugadores cuyo rendimiento no ha estado a la altura de lo que, por caché, coste y trayectoria, debería estar, o a la directiva, la más señalada en las últimas semanas. Algunos son los que, aprovechando la 'guerra' con la actual cúpula, contraponen a un Serra Ferrer que también debería asumir su culpa, no en vano, él fichó a Rubi, el 80% de la plantilla estaba con él al mando y sólo Borja, Fekir y Álex Moreno, de los presumiblemente tituares, llegaron tras su marcha.

Todos son (somos, nosotros también) culpables. No sólo Rubi.
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