Lorenzo Serra Ferrer se encuentra actualmente en pleno periodo de reflexión, después de que, en una última reunión subida de tono con
Ángel Haro y José Miguel López Catalán esta semana, los consejeros delegados le comunicaran su decisión de relegarlo en sus funciones, habida cuenta de la pérdida de confianza hacia su persona. El balear vería recortados considerablemente sus emolumentos, lo mismo que ocurrirá con sus funciones, quedando como un directivo raso, manteniéndose en el órgano de gobierno del club como consideración a su millón largo de euros en acciones y convirtiéndose en una especie de asesor, un consultor con voz pero seguramente sin voto en la comisión deportiva, que seguiría integrando junto al villaverdero y el hispalense, pero en la que ganaría más peso la opinión de
Rubi.
Obviamente,
Serra ha interpretado el ofrecimiento como un caramelo envenenado, una clara invitación a marcharse por disentir con los representantes de 'Ahora, Betis, Ahora', especialmente
López Catalán. Además, según ha podido saber
ESTADIO Deportivo, el de
Sa Pobla está muy molesto por las filtraciones interesadas que
buscan menoscabar su crédito, su ética y su identidad, hasta el punto de que medita salir al paso de las mismas llegado el momento.
Es por ello que desde su entorno apuestan por la marcha del veterano vicepresidente, que, incluso, podría presentar su dimisión este mismo lunes, evitando, así, especulaciones y malas interpretaciones cuando no acuda a esperar al nuevo entrenador y cuando no comparezca junto a
Haro, como de costumbre, en la presentación de
Joan Francesc Ferrer, prevista en principio para el martes, aunque la agenda bética está pendiente de los movimientos en la planta noble del
Villamarín.
No lo tenían tan claro al cierre de esta edición el presidente verdiblanco y su mano derecha, que esperan acontecimientos para acometer la anunciada reestructuración de la secretaría técnica (que ampliará su número de integrantes y el perfil de éstos, pase lo que pase con
Serra, con Jesús Sánchez y Ángel Luis Catalina como altas anunciadas) y para pronunciarse públicamente al respecto, ya que
Haro y Catalán son conscientes de lo impopular que resultaría el adiós del de
Sa Pobla, máxime si le empujan indirectamente, y de sus inciertas consecuencias a nivel societario.