Lo que
mal empieza, mal acaba. El Betis arrancó la temporada con una
derrota ante el Valladolid en el Benito Villamarín, quedándose con diez en el minuto 8 por la expulsión de Joel, y la cerró de la misma manera, siendo doblegado por los pucelanos en la última jornada de un
suplicio interminable. Entre medias, pasó de su empeño de luchar por Europa -reto cada vez más 'quijotesco' a medida que avanzaba LaLiga- a estar a punto de tener que pelear por no descender. Todo ello, con una plantilla que estaba entre las cinco más valoradas de Primera división cuando empezó la 2019/2020. Sin duda, un
fracaso sin paliativos de todos y cada uno de los estamentos del club.
En lo positivo, sólo cabe destacar a un grupo muy reducido de jugadores. Únicamente Sergio
Canales, Joaquín Sánchez y
Loren Morón, además del intermitente pero exquisito Nabil
Fekir, han dejado un notable sabor de boca.
El resto aprueba por los pelos o recibe un sonrojante suspenso; pues a nadie se le escapa que por muchos errores arbitrales en su contra y mala suerte puntual con lesiones, el equipo ha rendido muy debajo de sus posibilidades y ha repetido durante toda la campaña sus errores y su flagrante debilidad en las dos áreas.
En general,
le ha costado un mundo hacer un gol, mientras que para sus rivales era pan comido batir a Joel y a Dani Martín, que ha acabado de titular y eso dice poco bueno del getafense. La
defensa ha sido desastrosa y hay futbolistas en los que la decepción es especialmente sorprendente.
William Carvalho,
el inédito Javi García, un negado Borja Iglesias y unos erráticos centrales han sido lo peor de esta temporada para olvidar.
Siempre a remolque,
en el inicio de LaLiga vivió de empujes de orgullo y de un dolido amor propio. Una y otra vez por debajo en el marcador,
obligado a remontar al primer intento del oponente, generalmente por errores no forzados y después de perdonar alguna ocasión clara en el otro área.
Diciembre, con cinco partidos seguidos sin perder,
parecía ser el mes de la reacción; pero 2020 comenzó con muy mal pie -eliminado de Copa por un Segunda como el Rayo en otro infame choque- y la balsámica
victoria de marzo ante el Real Madrid sólo fue un espejismo para mantener la esperanza durante el largo confinamiento impuesto por la pandemia de coronavirus.
A la vuelta a la competición, para colmo con un derbi, comenzó una
caída libre que se llevó por delante a Rubi. La
mejoría con Alexis fue insuficiente y el Betis acaba LaLiga en un tristísimo
decimocuarto puesto,
a 15 puntos de su objetivo inicial de pelear por las posiciones que dan acceso a las competiciones continentales y
con sólo cinco de ventaja sobre la zona de descenso a Segunda división. La palabra decepción se queda corta.