La historia de Bravo (II): "Quisieron echarle por bajito y le hicieron más grande"

La historia de Bravo (II): "Quisieron echarle por bajito y le hicieron más grande"
La historia de Bravo (II): "Quisieron echarle por bajito y le hicieron más grande" . - Á. P.
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 8 min lectura
Claudio Bravo era el más bajito de los tres porteros que Julio Rodríguez, formador de porteros de Colo-Colo, tenía que captar para la cantera del club chileno. Sin embargo, pronto percibió en aquel chico de 13 años -en la imagen, el penúltimo de abajo de izquierda a derecha- una personalidad impropia de la edad, más desarrollada que en el resto, con un marcado liderazgo. "Me pareció un muchacho con condiciones innatas, con una capacidad de aprendizaje excepcional, lo que le permitía avanzar más rápido que los demás y que le encantaba dirigir a sus compañeros. Dio cuatro o cinco clases conmigo y ya pasamos a entrenar con los cadetes y a jugar partidos, destacando, entre otras cosas, por su juego con los pies fuera del arco. Yo le decía que el arquero tiene que ser un jugador más, un líbero cuando nosotros atacábamos y él lo asimiló muy rápido, al instante", relata a ED una figura clave en la carrera de Claudio Bravo en la segunda parte de la historia del flamante fichaje del Betis tras una primera centrada en sus orígenes.

Claudio dormía, comía y se cambiaba de ropa cada día en el coche para acudir a Santiago de Chile para los entrenamientos, con cerca de una hora de camino, si bien, como recuerda Julio, nunca llegaba tarde. "Siempre fue muy sacrificado, hacía lo que hiciera falta por entrenar pese a la lejanía, cuatro o cinco veces por semana más el partido. Nunca fallaba, ni aunque lloviera, y eso me llamaba la atención", relata un formador que estuvo a su lado en uno de sus peores momentos, en un punto de inflexión en su trayectoria, cuando su altura se convirtió en un problema para los encargados de la cantera de Colo-Colo.

Tanto es así que quisieron echarle del club a los 15 años tras un error cometido en un partido contra Universidad de Chile. "Llevaba dos años trabajando con él y no crecía como los demás chicos. Se estaba quedando un poco bajo y nos preocupaba. Yo charlaba con su padre, Don Marcial, y nos decía que su hijo mayor medía 1.90 y él, más de 1,80, por lo que pensaba que Claudio llegaría a los 1,85, pero por entonces seguía siendo muy bajo para el puesto de portero", explica Julio Rodríguez, que tuvo que dar la cara por él: "En la final de un torneo importante, Claudio falló, se quedó corto en un saque de esquina, nos marcaron faltando tres minutos y nos costó la eliminación. El presidente de cadetes, nada más terminar el partido, con Clauidio llorando, me dijo que a ese portero tenía que echarlo de Colo-Colo, porque no podíamos tener arqueros chicos. Esa era la orden pero yo llevaba varios años con él y veía su progreso en todos los aspectos. Entonces me dijo que si no lo echaba me tendría que ir yo también. Yo no lo hice, pero días después les di mis argumentos, con un informe sobre Claudio y el asunto no pasó a mayores. Claudio supo que lo quisieron echar, pero ese tipo de cosas, en vez de disminuirlo, le hicieron más grande, le daba deseos de seguir para demostrar a todos algún día que estaban equivocados".

Superado este trance, Julio Rodríguez pidió permiso al entrenador del primer equipo, Fernando Morena, para subir a entrenar dos veces por semana con un chico de 16 años "que veia con muchas posibilidades pero que aún estaba pequeño". El entrenador aceptó y comenzó a entrenar con cuatro porteros adultos: "Era soprendente verlo táctica y técnicamente. Ellos me decían que de dónde había salido ese chico. Todo lo hacía bien, mejor que los mayores".

Y entonces, recién cumplidos los 17, Clauido Bravo regresó de las vacaciones con "6 o 7 centímetros más". Había pegado el primer estirón y el horizonte se abrió, tanto que, por entonces, el nuevo entrenador de Colo-Colo, Roberto Hernández, reclamó a Julio para hacerle una confesión. "Esta anécdota nunca la conté antes. Claudio ya formaba parte del primer equipo, era el cuarto o quinto portero, y el técnico me llamó para decirme que quería hacer debutar a Bravo, que lo veía jugar en los entrenamientos y todo lo hacía fácil. Además, me comentó que aún no lo había hecho por respeto a dos porteros de más de 30 años que tenía, uno chileno y otro uruguayo, pero que le encantaba cómo jugaba Claudio y que era el portero que más le había soprendido en los últimos años".



Se estrenó y, a partir de de ahí, la historia del internacional con la Roja se escribe sola. Tanto que es el "gran referente de la portería en Chile, seleccionado desde los 18-19 con la sub 20, y pasando pronto a la adulta". "A mi juicio es el mejor arquero de la hsitoria del fútbol chileno y un referente para las nuevas generaciones, para formar arqueros con esas cualduades, porque ése es el camino. Claudio ha dejado la vara muy alta con todos sus logros y eso va a perdurar por muchos años más", señala Julio, que no duda de lo mucho que Bravo puede aportar al Betis.

"Claudio es un gran ser humano, dedicado cien por cien a su hermosa familia, amigo de sus amigos, reservado hasta cierto punto, pero un líder natural. Ha liderado la selección chilena, ha sido una personan muy apreciada en todos los clubes que ha estado y es un tipo que está tocado por la varita magica, porque donde ha estado ha dado buenos resultados. Será un gran aporte para el Betis, por su mentalidad ganadora, su entrega y sus grandes cualidades. todo lo bueno que tiene lo volcará allí y seguro que volverá a cumplir con las expectativas", asegura Julio sobre un Claudio Bravo que le dio la razón a él y los que siempre creyeron en sus comienzos que sería un grande a pesar de su estatura.

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