Pellegrini rompe y cambia la promesa de Bartra

Pellegrini rompe y cambia la promesa de Bartra
El entrenador del Betis, Manuel Pellegrini, dejó que su equipo se desangrara ayer en Bilbao. - Joaquín Adorna (@JoaquínAdornaED)
Joaquín AdornaJoaquín Adorna8 min lectura
Quedó señalado Bartra en la alineación. Pellegrini dejó fuera del once al central catalán tras los cinco tantos encajados ante el Barça (5-2). Pero el problema defensivo del Betis, quedó claro, no es Bartra. Cuatro goles encajados ante un Athletic un poquito mejor que muerto, con su técnico en la cuerda floja, al que resucitó el conjunto bético con un partido lamentable que empeoró al de la goleada encajada en Getafe (3-0).

Dijo Bartra tras aquel primer ridículo, que así no se podía ir por la élite, que habían tirado la primera parte y que iban a hacer que ese partido fuera el peor de la temporada. Promesa incumplida. En San Mamés no compareció un Betis peor que el que perdió en Getafe. En Getafe tuvo más posesión (casi un 70%) y remató más que el equipo de Bordalás (10 disparos frente a 8). Ante el Athletic también ganó la posesión de balón (60% frente a 40%), pero el conjunto vasco le dobló en ocasiones (14 frente a 7) y en remates a portería (9 contra 1). Otra mancha deshonrosa en el expediente de un equipo que no recibía 21 goles en las 10 primeras jornadas de una Liga desde 1965 (según apunta Pedro Martín de la cadena COPE).

El Betis, el más goleado de LaLiga

El dato más preocupante, en todo caso, es el que convierte de nuevo al Betis en el equipo más goleado de la competición después de diez jornadas disputadas: 21 goles en contra. Y ahí la culpa es compartida por todos. Los dirigentes que sabían que ese ha sido el gran problema de las últimas temporadas. El nuevo director deportivo, Antonio Cordón, que no ha reforzado al equipo convenientemente para hacer un bloque sólido en el aspecto defensivo y crecer desde esa seguridad. Los jugadores, obviamente, que son lo que ponen en escena todo lo que se construye en los despachos y lo que se prepara en vestuarios. Y, cómo no, el entrenador. En este caso un Manuel Pellegrini que ha llegado como la gran apuesta de Haro y Catalán, al que todo el mundo respeta por su experiencia y su trayectoria, pero que ayer no hizo nada para evitar que Bartra (hablando en nombre del colectivo) mantuviera su promesa.

El primer tiempo de Getafe fue tan malo como el de ayer. De hecho, el Betis perdía 3-0 al descanso. Pero al menos Pellegrini movió una pieza en la reanudación (dio entrada a Borja Iglesias por Guido Rodríguez), su charla en el vestuario funcionó y hubo una reacción. Ayer en San Mamés hizo dejación de funciones. Dejó desangrarse a su equipo, herido de muerte, sin señales vitales. Fueron cuatro porque un acertado Bravo evitó un escándalo mayor

Tiró el partido Pellegrini y no hizo un triple cambio hasta el tercer tanto del Athletic, con todo perdido. Quitó a un Tello desaparecido, a un William Carvalho buscando la puerta de salida en el mercado invernal (le sacó tres metros y los colores Berenguer en un regate) y a un Sanabria que vive desconectado en su isla mental.

Loren y Guardado pusieron honradez, y Borja Iglesias la misma sensación que Sananbria, que vive aislado en su desconexión del mundo competitivo. Laínez tuvo veinte minutos. Entró por Joaquín, quien finalmente jugó en su banda derecha (alternó la izquierda con Tello -lógicamente muy bien tapado- en una fase del primer tiempo), mientras que Rodri hizo con dignidad de Canales por dentro. Que el chaval fuera de lo mejor del Betis es otro síntoma que invita a la preocupación.

El problema del Betis es más profundo. Es un problema de dirigentes y de club. Un dato lo confirma: dejar a un chaval como Diego Laínez, que ha jugado dos ratitos, dando la cara ante los medios en representación del equipo después del bochorno. Al menos, más tarde habló un capitán, Joaquín, para intentar con la voz de la madurez aliviar otra noche de pesadilla a los béticos. Pero en el club poco cambio se espera. Haro y Catalán sacarán adelante una Junta de Accionistas en la que no tienen oposición y en la que sólo la figura de Serra Ferrer puede aparecer como azote a quienes tienen cerrada a cal y canto la puerta al retorno del balear.

La realidad de ayer lleva a mirar a Pellegrini. La gran tabla de salvación de quienes mandan, con importantes emolumentos y tres años de contrato, está llevando al equipo a una indefinición en el estilo. El Betis ni ataca bien ni, sobre todo, defiende bien. Ni pincha ni corta. El sistema defensivo no funciona. La presión alta, si no está muy trabajada y si no se cuenta con un plantel con un físico excelente, es un alegre riesgo que suele acabar en tristeza recogiendo el balón en portería propia. Si a ello le añadimos la falta de intensidad de los futbolistas, que ayer perdieron casi todos los duelos individuales; la baja de Canales -alma del equipo- y Fekir; la escasa aportación de los que tienen su oportunidad (desafortunado debut como titular de Víctor Ruiz -marcó en propia puerta el 1-0- supliendo a Mandi); y las dudas que genera la capacidad de la entidad para reforzar el plantel en el mercado invernal, todo apunta a nuevo fracaso deportivo.

El próximo rival en el Benito Villamarin, otra vez en lunes, es el Eibar. Primera piedra de toque en los últimos nueve partidos con un calendario más suave, con tan sólo el Villarreal y el Sevilla, también el Granada, como compromisos más exigentes. Veremos si hay reacción y si Pellegrini vuelve a coger el timón. Ayer lo soltó y se cargó de un plumazo la promesa de Bartra. El Betis ha hecho un partido peor que el de Getafe. La consigna del técnico chileno a partir de hoy debe ser otra: que el Betis nunca más se parezca al Betis de Bilbao.
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