Tadej Pogacar se queda sin rivales
El esloveno vuelve a arrasar sobre la carretera, en esta ocasión para coronarse como el mejor de Europa

Nosotros nos quedamos sin calificativos y Tadej Pogacar sin rivales. El esloveno ha puesto el broche –por ahora– a otro año de auténtica locura al proclamarse campeón de Europa, y no de cualquier manera, sino a su modo; ese en el que los rivales quedan minimizados a meros espectadores ante el golpe de pedal de un genio que en un par de semanas se ha proclamado el mejor del mundo y del Viejo Continente.
Con un recorrido de 202,5 kilómetros por los departamentos franceses de Ardèche y Drôme, en el cual español Juan Ayuso fue sexto, esta vez el recital de Pogacar se quedó en 75 km desde que se deshiciese del belga Remco Evenepoel, su gran rival, en el tercer y último paso por el alto de Saint-Romain-de-Lerps (7 km al 7,3 por ciento de desnivel), punto clave de la carrera.
Lejos de venirse abajo por el golpe, el belga, quien se quedó en un cuarteto perseguidor, tuvo decisión y fuerzas para atacar a sus tres compañeros y asegurarse, tras 38 km también en solitario, la medalla de plata. Remco incluso le recortó más de un minuto a Tadej del 1.37 que cedía cuando dejó a sus compañeros de grupo, pero no le llegó para darle alcance.
En cuanto al bronce, este se lo llevó el joven local francés Paul Seixas (de 19 años) tras asfixiar en el último muro, la Cote de Val d’Enfer (1,7 km al 9,3 por ciento), al italiano Christian Scaroni, cuarto, y el español Juan Ayuso, quien, desfondado, perdió al final una plaza y acabó en el sexto lugar.
Lo cierto es que el español soñó con el bronce durante muchos kilómetros, pero le pasó como hace semana en Kigali, donde fue octavo cediendo al final incluso más posiciones de las esperadas. Sin embargo, dio la cara en todo momento como líder del equipo dirigido por Alejandro Valverde y sumó dos Top 10 en el Mundial y el Europeo, notable balance siendo protagonista de las carreras para su debut como jefe de filas de la selección española.
Jonas Vingegaard, decepcionante
Fue a 109 kilómetros de meta cuando comenzaron las hostilidades, exactamente en la segunda subida al puerto del día, el que incluía un primer circuito largo al que había que dar tres vueltas, el alto de Saint-Romain-de-Lerps.
Consecuencia de ese primer arreón cedió Jonas Vingegaard y más tarde Joao Almeida, lo que destapó que las estrellas de la Vuelta, ambas con problemas salud en ella a pesar de acabar primero y segundo, no habían llegado a Francia en forma. Especialmente duro fue ver hundirse al dos veces ganador del Tour de Francia, quien certificó que las pruebas de un día están lejos de ser su fuerte.