Qué y cuándo debe pasar para que los caminos del Betis y Ceballos se crucen de nuevo

Qué y cuándo debe pasar para que los caminos del Betis y Ceballos se crucen de nuevo
El montaje humorístico que hizo reír hasta al propio Ceballos en IG - Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 7 min lectura
Dani Ceballos se marchó de Heliópolis en 2017, a las puertas de la 'era Setién', seguramente como nadie habría querido. Ni Quique, que trató de usar su experiencia para convencerle de que un año a sus órdenes le haría llegar más preparado al Real Madrid; ni los dirigentes verdiblancos, que se quedaron con la sensación de que su ex agencia de representación, Bahía Internacional, y el utrerano les forzaban a vender; ni, aunque a la larga, el propio mediocampista, consciente de que, amando como ama al Real Betis, las formas (véase Fabián o Junior, por ejemplo) son tan importantes como el fondo. Por eso, si bien la palabra no es arrepentido, uno de los mayores talentos de Los Bermejales lleva casi esos cuatro años lamentándose. Y un poco menos, pero no mucho menos, soñando con volver a vestir de verdiblanco.

Innumerables guiños en redes sociales y entrevistas que, a la postre, no se materializaron en las ventanas de fichajes. Probablemente por no poner todos lo suficiente de su parte. Ceballos, que porfió al principio por convencer por todos los medios a Zidane, tiene un caché, que sí se lo pagaban en el Arsenal. El Madrid hizo una inversión reseñable (15 millones de euros, asumiendo comisiones, la parte de la operación que correspondía al futbolista y metiendo el pase de Narváez para contentar a los hispalenses) y no se cerró en banda a prestar a su activo, aunque no a cualquier precio (cesión remunerada, olvidándose de la ficha). Al Betis no le ha covenido o, directamente, no ha podido afrontar semejante gasto por recuperar a su 'cachorro'. Con todo, el "imposible" ha dado paso en cuestión de semanas a un esperanzador "los caminos volverán a cruzarse".

A punto estuvieron los astros de alinearse el 31 de agosto. A la chita callando, como se hacen las cosas en una dirección deportiva, Antonio Cordón y sus colaboradores trabajan a destajo para hacerse con dos 'gangas' de última hora, que cedieron (económicamente hablando) y presionaron a sus clubes para que sólo escucharan a los verdiblancos. Con Bellerín, prioridad por la grave lesión de Sabaly nada más llegar, cuadraron las cuentas con la rescisión de Sidnei y la reubicación en el filial de Yassin Fekir, pero no llegó la ingeniería financiera (para ampliar el tope salarial) sin las salidas de William Carvalho, Joel, Tello y/o Guardado. Con un par de ellas, una solamente de haber sido el luso-angoleño por su altísimo sueldo, habría bastado para ver a Dani de nuevo con las trece barras en el pecho. Todo estaba hablado y atado.

La idea era algo similar al 'caso Bellerín': olvidar las opciones de compra e ir a lo inmediato, confiando en que, dentro de un año, sus hipotéticas negativas a renovar (ambos tienen contrato únicamente hasta 2023) rebajaría a la mitad o más las expectativas 'gunners' y 'merengues' por piezas tasadas en una horquilla que va de los 25 a los 30 millones de euros. O, incluso, una continuidad coyuntural por una campaña más (2024) permitiese un nuevo préstamo, esta vez con una vinculación más tangible al final. Una patada a la lata para buscar ya un panorama post pandemia en el que, con todo el público en los estadios y los traspasos a un ritmo normal, el margen para inversiones crezca también en Heliópolis. Con todo, en el caso de Ceballos se presentará un problema añadido: el de los tiempos. Y es que, si con Héctor el debate se aplaza hasta el próximo verano, con el utrerano existen mayores urgencias.

Aún lesionado de importancia en un tobillo, después de la feísima entrada de un egipcio en el partido inaugural de Tokio 2020, el retorno a la actividad de Dani no se antoja ni mucho menos inmediato. Pese a contar con ficha, sus minutos en el Real Madrid de aquí a Navidades serán nulos o mínimos, en el mejor de los casos. Una situación insostenible con su edad y su proyección, por lo que el interesado exigirá un destino diferente en el mercado invernal de la 21/22 para no pasarse el año en blanco, nunca mejor dicho. Preferiblemente, el Betis, pero, de no ser posible, otro. El riesgo de verlo con otra camiseta estriba en que ese hipotético club sí abone su opción de compra, frustrando un reencuentro para el que se llevan meses tendiendo puentes, superando supuestos traumas y complejos. Es ahora (esta temporada) o nunca, parece.

Pero para que los caminos de Ceballos y su equipo del alma se entrecrucen de nuevo hace falta mucho. Por parte verdiblanca, sobre todo. De momento, seguir moviéndose en los despachos para conseguir que Tebas amplíe el tope salarial, justificando nuevos ingresos (bien usando el aumento de socios, la parte del contrato con CVC que se había dejado para futuros cursos, las variables de las ventas de Junior y Emerson o las ligadas a los éxitos colectivos de Brasanac y Feddal, contratos de patrocinio...). Ayudaría, claro está, que la indirecta a Joel, convertido en cuarto portero por detrás de Rui Silva, Bravo y Dani Rebollo, le haga marcharse en la próxima ventana, que el ostracismo de otros compañeros consiga lo mismo, que alguien convenza a Carvalho de la pertinencia de emigrar, etcétera. Demasiados factores en el aire, aunque en la planta noble del Villamarín se carbura ya para no perder la oportunidad.
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