El liderato a estas alturas de la competición debe tomarse como un impulso anímico, como un aliciente para ilusionarse y trabajar con más motivación si cabe, pero siempre aferrado a la realidad y sin renunciar a la autocrítica.
Precisamente ahora es cuando más hay que fijarse en los errores, en las posibles deficiencias en la plantilla para subsanarlas y crecer con el viento a favor.
Sería pecado mortal creer por el hecho de comandar la clasificación que no se precisa ningún retoque, y por ello Machín no desaprovecha la ocasión para recodarlo, porque sabe que llegarán los malos momentos y entonces se requerirán soluciones que ahora no se echan en falta pero que se podrían necesitar, como otro central o un punta que cubra las espaldas a sus goleadores, especialmente si sale Muriel. Enero no es una obligación pero sí una oportunidad.