Gran imagen del Sevilla anoche en el Sánchez-Pizjuán, donde borró de un plumazo la nefasta segunda mitad de Ipurua y demostró que es y debe ser un aspirante a casi todo esta temporada. Además, repitió la experiencia de su última comparecencia en casa (empezar perdiendo), aunque en esta ocasión volteó con claridad el marcador para apabullar a la Real Sociedad, que debió marcharse con una goleada de Nervión.
Únicamente la falta de acierto en los últimos metros, radicalmente opuesta al índice de puntería donostiarra, dio vida en el epílogo a los de Imanol Alguacil, aunque lo cierto es que ya no había tiempo para la sorpresa. El cuadro blanquirrojo estrena su casillero de triunfos como local, espanta cualquier mínimo fantasma y exhibe su personalidad para levantarse, golpeando la mesa con contundencia. Así, nadie puede dudar de este Sevilla.
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