First Dates vive un momento tan desagradable que deja a Carlos Sobera sin palabras

Hay programas en la televisión que en muchas ocasiones no se alcanza a saber porqué triunfan. Algunas veces se debe a su presentador, que es muy carismático y le da su toque personal al programa. En otras ocasiones puede deberse a los participantes o miembros del programa, que, con la unión de sus distintas personalidades, enganchan a la audiencia logrando que se quede en el programa y que sea algo estable. Y también hay otros programas en los que simplemente la dinámica del propio programa, la estructura que sigue y demás, consigue atraer a los telespectadores de tal manera que lo conviertan en algo casi diario. En el caso de ‘First Dates’, el programa que se emite en Cuatro, su éxito tiene un motivo claro, y es que muestra a la gente de verdad.

Es decir, en muchas ocasiones en la publicidad, por ejemplo, se muestran cuerpos perfectos, todos felices, sin problemas, con sonrisas perfectas… es decir, algo que no es real. En cambio, en el programa que presenta Carlos Sobera, ocurre todo lo contrario, van personas normales. En esa normalidad también está la diversidad, desde la racial hasta la ideológica, la de género o la de edad. Se trata de un programa que muestra a la población tal y como es, y precisamente eso engancha a la audiencia porque muchos días se ven escenas muy curiosas con personas que lo son todavía más. Pero no todo es bonito, lógicamente, en ocasiones hay malos momentos cuando por ejemplo se toma la decisión final. Lo que no suele ocurrir es que la tensión se produzca de manera previa, antes de que todo comience. Eso es lo que ha ocurrido en esta ocasión, y que ha dejado al presentador vasco en una tesitura complicada.

“No soy una persona falsa”

Uno de los puntos más interesantes del programa está en cómo se intercalan los momentos de la cita con las declaraciones a posteriori de cada uno de ellos. En esos momentos siempre surgen bromas o cuestiones llamativas. El primero de esos momentos suele ser cuando la pareja que va a cenar se conoce y hablan sobre sus impresiones respectivas. Muchas veces esa primera impresión cambia con el paso de la cena, lo que nadie podía esperar es que ni siquiera llegara a haber cena. En el último programa llegó a encontrar el amor Roberto, originario de Italia y cercano a los cincuenta años.

Él fue el primero en llegar al restaurante, y justo después llegaría la que era su cita, Esther, de Barcelona, con “mucho carácter, pero muy tolerante”. A las primeras de cambio Esther planteó, en ese momento que se graba después, que no le entró por el ojo, que no le había gustado su cita. Aun así ambos siguieron conociéndose un poco en la barra, antes de que Carlos Sobera les invitara a acompañarlos a la mesa. Y fue ahí donde sorprendentemente Esther no quiso seguir. Planteó que no, que no quería cenar con él porque sabía que no iba a salir bien y que no es una persona falsa, de manera que prefiere no intentarlo ni siquiera. El presentador vasco casi no supo que responder, y la acompañó a la puerta mientras Roberto seguía incrédulo por lo ocurrido.