Paradójico.
Una vuelta al pasado que es, realmente, un gran proyecto de futuro. Al
retorno a los orígenes,
Caparrós en el banquillo y
Monchi en la dirección deportiva, se llega con las maletas cargadas de experiencia, de sabiduría y de ilusión. Con el recuerdo a Roberto Alés siempre presente,
José Castro ha logrado unir de nuevo a las dos figuras con mayor aceptación y ascendencia en el sevillismo.
Dos años después, Monchi vuelve como director general deportivo y, según ha recalcado el presidente del Sevilla, como voz autorizada en la toma de las grandes decisiones con las que se pretende colocar al club de manera constante entre los mejores clubes de Europa.
Tenía otras posibilidades, el Arsenal de Unai Emery -según él mismo ha desvelado-, pero
ha elegido la opción más difícil: el regreso a su casa. Y no por su condición de sevillista, sino porque le ha gustado más el proyecto de crecimiento deportivo de los dirigentes del Sevilla.
Casi una hora de presentación en la que se ha visto a un Monchi sereno, feliz, responsabilizado y con las ideas muy claras.
Ha adquirido fuera un mayor bagaje, una nueva visión, y siente el deber de aportarlo al club de sus amores. Convencido de que hay segundas partes buenas, y con un máster acelerado en saber convivir y manejar las presiones externas, Monchi
se ata en contrato indefinido al Sevilla para instalarlo en la élite, cerca de donde se cuecen los éxitos.
En sus respuestas, pequeños discursos en algunos casos, han aparecido mensajes y palabras como
crecer, proyecto competitivo, modelo ganador, invertir en el estadio y en la ciudad deportiva, consolidar los aciertos, no repetir errores del pasado, ser vanguardistas en situaciones que aún no están desarrolladas, ser distintos, dar otro salto o reinvertir su crecimiento personal y profesional en el Sevilla.
Una inyección de ilusionante futuro para una afición que vuelve a disfrutar de su gran referente.
Joaquín Adorna
