Son las extrañas circunstancias que se dan en el fútbol. Rubi estaba más fuera que dentro. Se especula que su sustituto, ya bien atado, vigila entre bambalinas a la espera de un resbalón definitivo que le haga asomar lacabeza. Nadie daba un duro por
Rubi, parafraseando a quien tanto tiempo estuvo al frente de la nave sin deber estar.
Sin embargo, el brote verde de
Fekir (su gol en el 90' cuando ya agonizaba el partido ante el
Celta) apareció como un primer milagro que ha tenido un potente reflejo en el
Bernabéu.
De técnico amortizado, de plantilla con rescoldos 'setienistas' y rechazo a las nuevas teorías del nuevo entrenador; de equipo muerto deambulando con temeroso desorden por terreno propio... a cambio de sistema, a armadura más sólida que el traje de fiesta habitual, a sensaciones positivas para obtener un punto de valor y dar una nueva vida extra a
Rubi en puertas de un derbi en el que se ha reducido el favoritismo visitante en cuestión de días.
Que los mejores analistas, expertos, técnicos propios y extraños intenten explicar qué se esconde en tan inesperada transformación.
Reacción verdadera en un arrebato de orgullo de un plantel que ha considerado injusto el trato a
Rubi, o quizás dos golpes de suerte y la tantas veces mencionada mejoría de la muerte, metafóricamente expresada.
Algunos béticos deseaban que perdiera su
Betis para provocar lo que entendían como un cambio necesario para llegar al derbi con opciones de evitar un trasquilón ante el
Sevilla. Ahora, después de un cuatro de seis saliendo vivito y coleando del
Bernabéu, casi nadie duda de que el
Betis de Rubi le puede competir al
Sevilla de Lopetegui.
El temor a que no hubiera derbi, después de que
Serra anunciara y lograra que los duelos ante el eterno rival se igualaran, se ha reducido. Sobre el papel, al menos, se antoja imposible escribir lo contrario. El césped, asumiendo el papel del tiempo, hará de juez insobornable -al que tanto mencionó
José María García- que quite y dé razones.