Pellegrini, Manuel, así bautizado el día de su presentación como nuevo entrenador del
Real Betis, ha logrado lo más difícil:
cambiar la dinámica perdedora del club. El Betis gana por
inercia, incluso jugando mal.
Así logró ante Osasuna tres puntos de oro que le dejan a dos de Europa, algo impensable hace un mes. Y ganar siendo peor que tu rival en muchas fases del partido es bueno, buenísimo. La mejor señal del
nuevo espíritu ganador y de un grupo que sabe aprovechar sus fortalezas en los momentos decisivos.
El Betis, para su afición, es el contrapunto alegre en un nuevo año 2021 que ha arrancado con cientos de muertos diarios en la tercera ola -o tsunami- de la pandemia y con las desgracias climatológicas que dejó en media España la borrasca filomena. Por
Heliópolis luce el Sol haciendo honor a su nombre y no hay atisbo de las negras nubes que presagiaban lo peor: otro año funesto cargado de desencanto.
Todo por hacer, pero al menos con la esperanza activa.
Hay un líder dentro del campo, Sergio Canales, y un faro en el banquillo y manejando el entorno,
Pellegrini, que están marcando el camino. Canales llegó tarde al rescate en el último encuentro que perdió el Betis contra el Levante (4-3), pero hizo dos goles y su figura emerge sobre el resto para dar empaque a un bloque que, por fin, muestra la solidez que anunció el entrenador antes de arrancar la temporada.
Los números hablan por sí mismos y, al margen de un juego más o menos brillante, cuando un equipo es capaz de
sumar 8 partidos sin perder (6 victorias y 2 empates -a uno contra el Sevilla y a dos ante la Real Sociedad en LaLiga-) es porque funciona.
Con Canales el Betis es otro, es evidente, pero es Pellegrini el factor diferencial. También estaba Canales, o
Fekir, la pasada temporada con
Rubi y el año acabó con el técnico despedido y con el Betis, a las órdenes de Alexis, decimoquinto.
Las circunstancias se han puesto a favor del técnico. Su contrato millonario, la apuesta de los dirigentes fichándole tres años y los problemas económicos del Betis daban la solución hecha: no ha habido el más mínimo lugar a la duda cuando las dudas apretaban en el primer tercio de la temporada.
Pellegrini era intocable, se engrandecía su figura y sus decisiones han terminado por confirmar que el veterano técnico sabe manejar el barco.
Está corrigiendo el gran problema del equipo: su
debilidad defensiva. Con la idea de mantener la portería a cero, desde el compromiso defensivo de todo el que salta al campo, se construye un equipo ganador. Y en ello está, en la mejora del rendimiento en ambas áreas.
El rendimiento de Joel y el resurgir de Borja Iglesias
Sin Claudio Bravo, cuatro lesiones en lo que va temporada, ha sabido activar a Joel, que ha subido su nivel de concentración y se ha convertido en pieza clave en los últimos partidos. En el área rival, ha encontrado la magia de Canales y la resurrección de
Borja Iglesias.
La ceguera con Sanabria, el primero de su lista, la ha perdido de forma obligada, porque el club lo ha traspasado al Torino en una magnífica operación en la que el Betis gana muchísimo más que pierde.
No le ha temblado el pulso a Pellegrini al tirar de sabia nueva y de la misma forma que se le han ido cayendo veteranos, han ido entrando
chavales de la cantera que han dado un aire fresco y muchos kilómetros de trabajo a un Betis más solidario.
Paul no ha desentonado cuando han faltado
Carvalho o Guardado;
Aitor Ruibal ha sumado desborde, descaro y calidad cuando se caído
Joaquín;
Rodri tres cuartos de lo mismo en el bajón de
Tello; o
Miranda ha logrado en muchos partidos que nadie eche de menos a
Álex Moreno. La prolongada baja de
Bartra, por otra parte, ha servido para se consolide en el eje de la zaga
Víctor Ruiz, con contundencia y oficio; o en las bajas de
Emerson, le ha suplido con solvencia
Montoya.
En definitiva, hay un molde que funciona y en él casi todo el que entra encaja. Un molde en el que, además, siempre está Fekir. Se ha dudado del campeón del mundo, porque le ha faltado continuidad cuando debe marcar la diferencia, pero Pellegrini lo tiene claro: el francés, siempre titular en su equipo.
Un saltito en el rendimiento de Fekir, en sus números en goles y asistencias, garantizarían una serie de puntos que pueden significar clasificación europea o éxito copero.
También maneja Pellegrini, con la veteranía de quien acumula muchos años de banquillo, los mensajes en sus comparecencias públicas.
"No hay dinero para fichar" -frase repetida en varias comparecencias- o
"la marcha de Sanabria debilita al equipo" -tras su traspaso al Torino- son frases que deben retumbar por las paredes de los despachos del Benito Villamarín.
Pero es lo que hay y la afición lo entiende. Tampoco vende la vistosidad de un fútbol que no sirva para ganar. Tres puntitos más, para casa y que pase el siguiente. Ahora llega
la Copa (ante el Athletic de Marcelino) y el Barça en LaLiga. Durísimos rivales, pero casi nadie duda de que el Betis va a competir gracias a s
u factor diferencial: Pellegrini.