El
Getafe es siempre un equipo difícil al que medirse. Bien preparado y muy trabajado, el conjunto del sur de
Madrid es uno de los más correosos de la competición, llegando a incomodar a casi todos sus rivales.
De la mano de
José Bordalás, que lo dirige con eficiencia desde el banquillo, el
Getafe ha creado una imagen, un estilo identificado y característico que se basa en el grupo.
Sin ningún personalismo, sin estrellas. Todos los jugadores trabajan por y para un bloque junto, unido, cohesionado y engranado que se construye desde la solidez defensiva.
Desde el
1-4-4-2, la primera premisa para el cuadro azulón es no encajar gol. Dos líneas de cuatro muy cercanas entre sí, con laterales doblados en bastantes ocasiones, y mucha presión alta impiden que el rival no encuentre espacios con facilidad, llegando a perder la confianza en su juego ofensivo.
A la fe y confianza que tiene en este estilo, que le ha llevado a
competición europea, hay que añadir un punto de dureza que emplea cuando considera oportuno.
Por contra, su ataque no está exento de calidad.
Jorge Molina y
Jaime Mata lideran una vanguardia con armas y con gol. Ambos dominan los espacios, los atacan, y tienen una lectura excelsa. Detrás de ellos,
Arambarri y
Maksimovic destruyen;
Cucurella y
Portillo, sin
Fajr, son sus lanzadores. El Getafe no ha ganado aún, pero compite siempre de minuto 1 al 90.