Ganar, ganar y ganar. El
Betis ha hecho suyo el lema que popularizó
Luis Aragonés, anteponiendo el marcador a la forma de conseguir el triunfo. Ya van tres seguidos en
LaLiga, los dos últimos con cierta holgura en el electrónico, para dispararse en la tabla y volver a acomodarse en la zona europea o, en el peor de los casos, su antesala. Sería injusto, eso sí, decir que los de
Setién vencen últimamente a contraestilo. Más concretamente, suelen marcar en acciones que se salen del libreto, pero que hablan muy bien de la variedad existente en el catálogo de un grupo abnegado, que supo rehacerse ayer de varios golpes.
Desde el penalti fallado al gol del
Espanyol en su primera llegada. Del arranque fulgurante de los 'pericos' en el segundo tiempo a una presión alta y asfixiante, ésta desde el inicio, tanto en la salida desde atrás heliopolitana como sobre los receptores de los pases interiores. Tras el punto de inflexión del penalti, anímica y deportivamente, y el 1-0, ya el achique era más escalonado; el rival esperaba más al
Betis atrás para salir con transiciones rápidas, precisamente la forma en la que los visitantes ajusticiaron. Primero, antes del descanso, con
Canales. Al final, por medio de
Lo Celso, que forzó el autogol de
Duarte.
Se levantaron los verdiblancos de un mal arranque de la reanudación. Lo empujaron a su área, limitándose a despejar y achicar agua. Sobre el ecuador, el
Betis se serenó; empezó a encontrar a
Canales,
Joaquín y
Lo Celso entre líneas, saliendo con ya cierta facilidad.
Tello y
Gio materializaron la mejoría de una manera contundente. Otros tres puntos al zurrón.