ANÁLISIS

Tras un año sin Monchi y con Castro otra vez en la encrucijada

Tras un año sin Monchi y con Castro otra vez en la encrucijada
Monchi se despidió así del Sánchez-Pizjuán la temporada pasada. - Carlos Pérez
Carlos PérezCarlos Pérez4 min lectura
"Estamos tratando de repartirnos el trabajo, porque Monchi ocupaba mucho", confesaba el pasado verano 'off the record' un empleado del Sevilla. Y es que el de San Fernando era muchísimo más que un simple director deportivo, no siendo él además nada de simple en su cargo. Todo lo contrario. Si no el mejor, pónganle en el 'top 5'. 

Este domingo, se cumple un año de la despedida del 'León de San Fernando', quien, curiosamente, ha tenido que escuchar este fin de semana en Roma mucho pitos, tras perder su nuevo equipo por 0-2, ante la Fiorentina. El cuadro de Di Francesco está en cuartos de final de la Liga de Campeones, como el de Vincenzo Montella, pero ninguna de las dos aficiones, muy exigentes, está contenta con la temporada. 

A Monchi, no obstante, no se le señala tanto como a su sustituto en Nervión, un Óscar Arias al que le está pesando demasiado la losa, como ha confesado él mismo recientemente, de reemplazar al 'hombre-milagro', al portero suplente del Sevilla que pasó por delegado antes de hacerse cargo de la dirección deportiva de un club que no tenía ni para balones. Ahora al Sevilla se le conoce y respeta en todo el mundo. Y no es se diga que todos los títulos conseguidos sean suyos, pero se puede asegurar que no se habrían levantado sin su trabajo. 

Monchi fue autodidacta y, pese a tener en su currículum varios lunares, sólo se le puede catalogar como un descubridor de talentos. Compraba barato -o gratis-, vendía caro -o muy caro- y el equipo seguía creciendo. Con él al frente no se filtraba en el club lo que se desliza ahora: que el equipo ha tocado techo, que todo lo que sube acaba bajando. 

A Arias no se le puede exigir lo mismo que a Monchi, como no le pondrán exigir en Barcelona al recambio de Messi, cuando éste se vaya, que haga tanto como el astro argentino, porque son únicos, si bien sí que se le achaca al onubense que haya fallado en dos zonas claves: la delantera, donde se echa en falta a un delantero goleador y distinto a los que hay, y la defensa, tan frágil como las piernas de Carriço y Pareja.

Marcando tan poco y encajando tanto, resulta imposible que el Sevilla se meta en la Liga de Campeones. Que, dado el coste del plantel, era el objetivo, pese a que se hable públicamente siempre de "Europa". 

Castro, quien intentó por todos los medios retener a un Monchi que ya estaba decidido a sentirse director deportivo fuera del Sevilla y que eligió a Arias por delante de Miguel Ángel Gómez o de algunos foráneos (como Fran Garagarza), deberá ahora decidir si mantiene al onubense o si, por el contrario, da un nuevo giro a la dirección deportiva. Seguramente, el onubense merezca tiempo para pulir defectos, propios y del plantel. El problema es que en el fútbol no hay. Lo que hay de sobra es exigencia, incluso ya estando Monchi, el 'hombre-milagro'. 
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