Machín, un autodidacta con piel de camaleón

Machín, un autodidacta con piel de camaleón
- F. Mateos
Fernando MateosFernando Mateos 4 min lectura
Hoy mismo puede ponerse la rúbrica al acuerdo para las dos próximas temporadas entre el Sevilla Fútbol Club y Pablo Machín, que a sus 43 años afronta el gran reto de su carrera en los banquillos, la cual inició muy joven. Fue por una grave lesión de rodilla que le obligó a dejar el fútbol a los 23 años, cuando jugaba en Segunda B con el Numancia, en cuya cantera se forjó tras llegar con 14 años a la capital desde su pequeño pueblo, Gómara, que hoy día apenas supera los 300 habitantes y por entonces ni tenía campo de fútbol.

"Cuando construyeron el nuevo colegio hicieron una pista de cemento pulido, toda pintada, que nos parecía la leche", recordó hace unos meses en una entrevista en El Periódico un Machín que por esos tiempos ayudaba en el duro trabajo de agricultor a su padre, al que no le gustaba mucho el fútbol, creyendo que nunca le daría de comer a su hijo. Y no falló como futbolista, pues Machín, central y lateral diestro, era un jugador "polivalente, que es bueno para algunas cosas y que por otras es muy malo porque, al final, no te ponen en ningún sitio".

Pero haciendo la prestación social para evitar el servicio militar, aprovechó para sacarse el título de entrenador, y tras estudiar también la carrera de Magisterio y de Educación Física, comenzó a forjar su ideario futbolístico con la cantera del Numancia como "banco de pruebas". Una "biblioteca particular" para hacerse a sí mismo, como un autodidacta, cometiendo "errores en una fase en la que no tenían repercusión". Desde el Juvenil y el filial de Tercera, al tiempo que hacía de entrenador de porteros con Lotina, hasta el primer equipo, primero como ayudante de Arconada, con el que ascendió a Primera, Unzué o Kresic, y luego como primer entrenador en un tándem con Pacheta durante dos temporadas.

Pero ha sido en el Girona donde el soriano se ha consagrado, aunque los comienzos no fueron fáciles. "No me podían pagar mucho. Me costeaban la casa, la luz, internet, el parking y tenía un pequeñito sueldo para vivir". Aquello es historia, ahora hasta Lopetegui le visita para conocer los detalles de su sistema de tres centrales para la selección.
"A mí me gusta más decir 3-5-2, porque cuando estamos bien somos dominadores; si se ve así en el campo, es porque estamos jugando bien, porque nuestro lateral aprieta al lateral contrario arriba. Cuando hacemos 5-3-2 o 5-4-1 es porque nos dominan y nos defendemos", señala sobre ese esquema Machín, para quien, sin embargo, "la idea es más importante que el dibujo".

Esta temporada, de hecho, ha adaptado ese sistema para jugar con un solo punta (3-4-2-1), y también en sus inicios en el conjunto catalán, al que cogió último clasificado mediada la 13/14, optó por jugar "como un equipo pequeño, defendiendo y saliendo a la contra". Porque, aunque le gusta dominar, reconoce que "hay muchas formas de jugar bien al fútbol" y destaca que "en el equilibrio está la virtud".

Sus dos primeros partidos con el Girona los perdió, pero salvó al equipo y los tres cursos siguientes lo metió en los 'play off' para un ascenso que se le resistió hasta el pasado verano. Un salto a la elite que lejos de acusar le ha engrandecido como técnico metódico y camaleónico y le ha abierto las puertas del Sánchez-Pizjuán.
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