Sus equipos siempre han funcionado como un reloj. Ajustados a la perfección y sin desajustes algunos.
Así es el Eibar de Mendilibar, con el clásico 4-4-2, que se caracteriza por dar un uso práctico al balón y en el que los jugadores son solidarios entre ellos, tapando los errores de sus compañeros.
Gran importancia cobran las jugadas a balón parado, teniendo a
Arbilla como el gran especialista. La estrategia está preparada para ser uno de los baluartes del equipo. Si ello no funciona, el
Eibar busca las bandas como solución alternativa, colgando balones compulsivamente para crear peligro. Por ello, el rival tiene que estar atento en el juego aéreo para impedir que el conjunto azulgrana tenga éxito.
Defensivamente, es un equipo muy ordenado, que deja pocos espacios y que intenta recuperar el esférico para salir rápido al contragolpe. Una de sus mayores bazas es el crecimiento de su portero
Dmitrovic, en el cual confían mucho.
Mendilibar impone su sello a todos sus equipos y el
Eibar ya tiene muy asimilado su estilo después de tantas temporadas bajo su tutela. El principal problema que se le presenta en cada inicio de campaña es la fuga de futbolistas y de talento, lo cual obliga al vizcaíno a realizar un periodo de reaprendizaje.
En ello está en estos momentos el entrenador del
Zaldívar, que quiere volver a realizar una gran temporada y cumplir el objetivo de la permanencia. Algo que ha conseguido en las últimos cursos futbolísticos a pesar de contar con pocos recursos económicos.