El paradigma de Sergio Rico

Álvaro PalomoÁlvaro Palomo
Seguir
3 min lectura
El paradigma de Sergio Rico
- Álvaro Palomo
Jamás lo entenderá el que no ha sufrido la soledad bajo los palos. Ni el que nunca ha padecido ese silencio sepulcral cuando entienden que has fallado. Ni el murmullo propio del menoscabo de confianza o la cruel subjetividad del que ha dictado sentencia sin la oportunidad de que los aciertos enmienden los errores. Jamás lo entenderá el que nunca ha sentido la presión a veces angustiosa que atenaza en el área pequeña pero que a su vez genera una incomprensible pasión por la demarcación más desagradecida e infravalorada, aquella en la que las paradas se consideran una obligación y las equivocaciones suponen una condena prácticamente inmediata. El portero lo acepta como el peaje por haber bebido su veneno pero no minimiza su sufrimiento, esa sensación de vacío provocada por la consciencia de que podrías haber hecho más. Porque no hay nadie más exigente con un meta que él mismo. Porque ajustarse los guantes significa superación, un ejercicio constante de levantarse tras cada caída y de creer en uno mismo cuando la adversidad y la desaprobación invita a rendirse.

Sergio Rico es el ejemplo. La prueba de la capacidad de un portero para resurgir del abismo, para enfrentarse a miedos que a cualquiera sacudiría en una situación de apariencia irreversible. El de Montequinto se ha portado como un gladiador, con un dolor apenas exteriorizado pero interior que ha transformado en valor para crecerse de nuevo y reivindicare una vez más ante un tratamiento injusto allende las críticas que se ha adentrado en el terreno de la falta de respeto.

Sergio, aquel niño que nunca quería dejar de entrenar, protagonizó el sábado dos salidas por alto con la rabia y decisión que se le demanda, reflejo de que trabaja a diario para mejorar y engrandecer la figura de un portero tan minusvalorado como entregado a sus colores. Montella lo percibió enseguida y ha desempeñado un rol clave en su recuperación, pues lo fácil habría sido sentarlo ante el juicio sin piedad que le esperaba contra el 'Lega', pero, por el contrario, lo blindó de confianza. La que precisaba para reencontrarse con su verdadera versión y recuperar la confianza de los que juzgan desde la objetividad y no desde de los prejuicios y la inflexibilidad.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram