La adversidad ofrece una medición más real del alcance de cada futbolista, de su verdadera valía, porque el viento en contra obliga a dar la cara y muestra las carencias de aquellos que sólo brillan cuando juegan en ventaja. Mestalla sometió anoche a este examen a la plantilla verdiblanca, en una actuación gris del Betis, y Junior, un canterano, un recién llegado, se atrevió a asumir galones y, junto a Joaquín, a echarse al equipo a la espalda en plena depresión tras el 1-0 valencianistas.
Antes ya había avisado con su proyección por banda y varios robos en campo che, y luego mantuvo el nivel a pesar del escaso acompañamiento.
De hecho, el mayor peligro pasó por sus botas, merced a un descaro que le impulsó en la izquierda y le permitió entrar en el área local. Dispuso de varias ocasiones y hasta el final se erigió en la principal amenaza, demostrando que su irrupción dista de ser flor de un día y que ha llegado para quedarse, con merecimiento, en el primer equipo heliopolitano.
Álvaro Palomo
